Sunday, January 27, 2013

Lincoln ante el balazo de Spielberg



Steven Spielberg es una institución de Hollywood. Uno de los directores más grandes de su generación, cambió el significado de un filme éxitoso e introdujo el término “blockbuster” al vocabulario de la críticica de cine cuando le dio por filmar a un tiburón aterrorizando las playas de la costa este de los Estados Unidos. Así nos trajo varios filmes sumamente éxitosos en dónde manejaba con maestría las mejores técnicas del cine cuando se trata de entretener, quizás como ningún otro desde Hitchcock. "Indiana Jones", "E.T.", "Hook" y "Jurassic Park", entre otras, despertaron la imaginación de al menos dos generaciones enteras. Spielberg demostró también que puede hacer un trabajo de suma calidad con trabajos más serios o dramáticos que le valieron el reconocimiento de la Academia con filmes como "Schlinder’s List", "Amistad", "Saving Private Ryan" y "Munich". Incluso logró hacer trabajos visualmente interesantes como "Minority Report" y como la culminación del filme de su colega (Kubrick) y "A.I.". Y sin embargo, es Spielberg el que deja un sabor amargo en su más reciente proyecto; Lincoln.

El filme retrata los últimos meses del presidente estadounidense número 16. En otras palabras, la narrativa encierra los últimos días de la guerra civil y el empeño desesperado del presidente de pasar la enmienda #13, que anularía de una vez y para siempre la esclavitud. Así, la mayor parte del filme se trata del pulseo político entre distintas facciones con distintos intereses políticos sobre la mesa y el cómo de alguna forma u otra esas luchas moldearon los últimos días del presidente.

Es precisamente ese debate la parte más interesante del filme. Hay tres grandes facciones a lo largo del filme que pudiéramos encajar fácilmente en lo que conocemos como la derecha conservadora, el centro (en donde se presenta a Lincoln en el filme, un presidente considerado como “moderado”), y la izquierda radical. La primera es representada por el Partido Demócrata de entonces, quien rechazaba tajantemente que se aboliera la esclavitud por no pensar que los negros fueran iguales que los blancos. El llamado centro es representado por el Presidente mismo, quien siempre se mostraba como un coinciliador. Lincoln en el filme estaba desesperadamente empeñado en aprobar la enmienda por encima de terminar la guerra, aun cuando no entendiera a los afroamericanos ni supiera cuál sería su futuro una vez pasada la enmienda y terminada la guerra. Éste es precisamente el punto más interesante de la película, ver el algarabío político en su pleno apogeo, ¿qué estoy diciendo? ¡Ver al circo político! Uno ve esta película y por un segundo se siente relajado pensando que la política siempre ha sido así, un circo es donde unos imbéciles con mucho poder se pasan obstruyendo los derechos de la gran mayoría y los demás tienen que resignarse y tratar de ver en qué forma pueden lograr cambios significativos. A veces se vuelve peligrosa y borrosa la línea de hasta dónde se puede llegar con tal de lograr cierta acción política que uno considera será para el bien común.

El retrato de la situación política está tan bien trabajado que traza puentes paralelos entre el pasado el presente de tal manera que uno no para de sorprenderse. En la película (basado en la historia) es el Partido Demócrata el que asume conductas que hoy son características del Partido Republicano, del cual Lincoln fue su primer presidente y que en el filme es quien está parcialmente abierto a la idea de terminar con la esclavitud. O sea, es el Partido Republicano el que se cantaba conservador y era el Demócrata el que defendía la esclavitud a uñas y dientes. Esos reveses, ecos de la historia, pudieran ser indicativos de por qué hoy en día no debería sorprender tanto cuando en dos décadas un presidente tan conservador como Obama es considerado como liberal por muchos, aun cuando Obama es comparable con lo que en los 80 era considerado como conservador, o sea, con Reagan. Y hablando de Obama, si hubiera sido ese el presidente en aquel entonces (imposible, claro está), se jodía la enmienda. Por suerte Lincoln parecía tener lo que el presidente actual y real no tiene; cojones.

Esos paralelos entre ficción e historia, pasado y presente, solo se pueden hacer con una buena base que sirva de sostén. Y es que el guión no deja nada que desear. Tony Kushner, escritor de "Munich" y "Angels in America", volvió a hacer tal libreto que convenció a Daniel Day-Lewis para interpretar a Lincoln, y obligó a que Spielberg tomara la desición de quitarle unas 350 páginas a un guión que consideraba una obra poética, cosa de la que es difícil no estar de acuerdo. Sip, el guión es una joya y la calidad del trabajo de Kushner (y el nombre del director, claro está) atrajo al mejor talento de actores y logró sacar sendas actuaciones de Daniel Day-Lewis, Sally Field (aunque a esta última la encontré un chilín forzada), y Tommy Lee Jones. O sea, ¡se botaron! Especialmente Lee Jones quien se llevó las mejores líneas y el papel más interesante.

Sin embargo, fuera de la sequencia inicial, en donde se introduce al presidente con una toma de “punto de vista” para luego ir en “slow-motion” a una toma mediana de la silueta del presidente de espaldas, y finalmente cortar a una toma frontal del actor, la dirección de Spielberg deja mucho que desear. ¿Por qué? Pues porque es demasiado masticada, demasiado tradicional y convencional, demasiado Spielberg. Y es que el director ya ha hecho esto antes en sus filmes dramáticos y ahosa se pasea cómodamente por un terreno demasiado familiar para él, sin tener las pelotas de arriesgarse un poco. Su estilo se torna un tanto lento a la mitad del filme y demuestra una dejadez en el formato que resulta demasiado llano en este tipo de filmes. Claro, un filme como éste pretende precisamente eso, algo dramático y de la calidad suficiente para lograr ciertas alabanzas de los fáciles de sorprender (un intento tan obvio como el de The Kings Speech hace dos años).

Así, un filme que pudo haber sido genial se volvió un filme mediocre que solo es salvado por los otros aspectos que ya he mencionado, especialmente la del guión y su relevancia política. Es eso último el elemento mejor logrado del filme, al punto de que ya me ven, imaginando a Lincoln a partir de los ojos de Spielberg y deseando que fuera ése el presidente de ahora, uno “real” porque el que nos vendieron es más de ficción que el de la película. No en balde "Lincoln" se llevó el mayor número de nominaciones para los Oscares este año. Y si usted mi amigo lector es de los que les gusta apostar por ganadores en este evento, Lincoln es un caballo seguro ya que tiene todos los elementos favoritos para su coronación: una narrativa realista y lineal, una actuación tradicional, la recreación de eventos históricos con cierta aura de heroísmo inventado, y un enlatado de fórmulas ganadoras, desde el director al reparto. Fuera de eso, tiene sus grandes méritos como su guión, iluminación, fotografía, y las ya mencionadas actuaciones. En otras palabras, vale la pena verla aun si es para odiarla mientras vaya ganando premios. Y ya que estamos en esas de apostar, mi dinero va con que este filme se lleva gran parte de los premios, pero su peor elemento, o sea, Spielberg, pierde la estatuilla de “mejor director”. Así debería ser, pero como la Academia casi siempre hace cosas para seguir mancillando su nombre, me alegro de que si me equivoco, no voy a ser juzgado a fuerza de balazos en un teatro, que de hecho, fue el momento climático del momento histórico y que mejor fue representado por el director. Sean ustedes los jueces y pasen su voto.


Sunday, January 20, 2013

Pride, my favorite sin


“Anyone who buys an article of clothing for a purpose other than covering his body and protecting it from the elements is guilty of pride.”
-Anton Szandor LaVey
(Satanic Bible, Avon, 46)

Monday, January 07, 2013

Nothing wrong with being greedy

“…there is nothing wrong with being greedy, as it only means that he wants more than he already has. Envy means to look with favor upon the possessions of others, and to be desirous of obtaining similar things for oneself. Envy and greed are the motivating forces of ambition – and without ambition, very little of any importance would be accomplished.”
-Anton Szandor LaVey
(Satanic Bible, Avon, 46)