Monday, February 25, 2013
Lujos Fetichistas: la nueva aventura de Fofé
No cabe duda de que José Luis Abreu, alias Fofé, es una de las mejores voces en la música contemporánea de Puerto Rico. Su persona ha traspasado estereotipos de lo que debe ser “un rockero” en laisla, cosa que le ha costado muchas veces. Su voz ha traspasado géneros y hasta le llevó a ser uno de los protagonistas de “Palés y la rumba de la esquina”, uno de los especiales más interesantes del Banco Popular. Su espectáculo en el escenario es digno de presenciar ya que con poco más que su voz y su conducta que no puede ser considerada nada menos que ‘torcida’ (en la mejor tradición del rock), se torna en uno de los mejores show-man en la escena. Ahora comienza una nueva etapa en esta nueva década con su- ehem-nueva banda Los fetiches…o más bien Fofé y los Fetiches.
La agrupación no es tan nueva ya que llevan dos años dando shows, además de contar con el rostro de Fofé en el empaquetado. Al cantante lo conocemos hace un tiempito por sus bandas anteriores, ninguna de las que llevaba su nombre. Manjar de los dioses fue la primera de ellas, una banda local e independiente que cerró la década de los noventa mezclando rock con distintos ritmos tradicionales en la isla. Luego vino Circo, la banda de Fofé con más éxito comercial y que le llevó a considerable reconocimiento internacional, especialmente en México. Circo ya era una banda más electrónica, pero igual de pegajosa y emplegostada con la voz y presencia de Fofé. De hecho, recuerdo cuando los vi abriéndole a Café Tacuba en Puerto Rico. Con unas imágenes de trasfondo y su famoso altoparlante que simulaba a un animador de circo, uno se tenía que enfrentar a una música mezclada con cierto psicodelismo, cierta emoción y magia circolera, y, cómo no, cierto miedo, porque no era fácil ver la cabeza de Fofé en medio de una imagen de hipnotismo mientras reía a carcajadas en las imágenes de trasfondo. Parecía que uno iba a caer en la trampa de un archi-villano de algún comic. La magia de Circo llegó a lugares remotos como Alemania, pero no desde el “mainstream”, sino desde algunos de esos lugares en donde alguien pone una música que, sin entender la letra, atrapa.
Ahora vienen “los fetiches” porque parece que Fofé cambia de banda por décadas. Como Circo, hay algo de la banda anterior, esta vez en plural, que se traduce de forma más clara en el estilo, el show y la voz. Como en las bandas anteriores, el nombre es seductor, pegajoso, y simbólico de carnavales en su sentido más primate y carnal. “Lujo Eterno”, que es el nombre del primer trabajo de la banda, pareciera la metamorfosis de ese punto suspensivo en que nos dejara Fofé con “Cursi”, el último disco de Circo. Va por esa onda electrónica pero dejando a un lado el cargado erotismo de “Cursi”, o mejor dicho, ahora es un tanto más sutil.
“Lujo eterno” viene también a ser el trabajo más indy desde Manjar pero con una propuesta más sencilla, una “vuelta en cero” por así decirlo. No se trata de una vuelta a empezar en sentido de una nueva banda solamente, ni de implosionar todo vinculo con lo anterior, pero sí de ese regreso al club pequeño y a un grupo leal que es convocado casi siempre por las redes sociales. O sea, se trata-por ahora-de un retorno a ese felling del escenario, un grupo de gente, y botarse. El CD es un testamento de la música que hemos estado escuchando en La respuesta y en el Neyorrican por un tiempo. Al fin Fofé y los fetiches nos dejan algo para escuchar claramente y sin el griterío y los errores de sonido de X o Y día. Y en esa claridad encontramos un concepto musical refrescante, un CD para empezar el día, para soñar con nuevas aventuras, para contar y escuchar historias, para sentir la lluvia y cuanta cosa cae del cielo, para recordar todas las cosas que abren los besos (“Besos” es mi canción favorita hasta ahora), y para masticar la imágen tipo Almodóvar de unas tetas ortopédicas. El nuevo álbum es también otra excusa para “bailar mientras se sufre”. Es ese el punto clave que conecta con los otros trabajos de Fofé y con el Caribe en general. Ese dolor de muchas de las letras contrasta con la música sensorial y llena de colores-muy bien expresado en el trabajo de carátula-que también pretende hilarse con el trabajo anterior de Fofé.
De esa forma, “Lujo eterno” comienza con lo que es una bienvenida a la aventura. Es la entrada del CD, y sin embargo invita a la salida. Léase cómo se quiera. Fofé ha dicho que es la “invitación a vivir una aventura”. Pero hace casi un siglo en que vivimos en eso del lector y el que interpreta y en ese caso la aventura puede ser la salida a un mundo nuevo, desde la banda y nueva embarcada musical para el que escucha, desde un nuevo amor, hasta al viaje a ninguna parte. Aun así la primera canción sigue siendo siempre una entrada por la salida a algo nuevo. De ahí pasamos a la mañana blanca, otra despedida que es comienzo porque el blanco es imagen de nieve, de frío, del frío de la separación, del blanco de una página que se ha borrado, la misma que vuelve a invitar al barco de papel. Sentimiento que sigue en cierta forma con “Besos”-una fatal despedida- y que termina con “Del cielo caen”, donde se plasman las invitaciones del deseo y que se traducen en las ganas de aventura y fama en “Conquistador”. Esta última es la más rara porque, siendo la canción más lenta del trabajo musical, trata sobre el armarse de valor y preferir “la inocencia antes que el conformismo”. Se percibe la futura desilusión y fracaso (la ciudad hambrienta espera como quien sabe que viene su presa), pero aun así, mejor vivir de la desilusión que del conformismo. De esa forma la canción invierte la contradicción entre música y letra de “La mañana blanca” y “Besos”.
“Consentida de la noche” es bastante obvia, ¿y qué fetiche más lujoso que ese? Esa canción tiene cierta conexión con “Luces de neón”, aunque la segunda es un tanto más light. No sé si fue esa distracción la que inspiró a Fofé pero a la verdad que tarde o temprano esas luces llaman la atención en algún momento de las salidas nocturnas. Llaman la atención es decir poco. Esta segunda parte del CD tiene canciones que llegué a ver en vivo en alguno que otro show, desde la pegajosa “No quiero ser tú”, que escuché el día en que estrenaron el CD en La respuesta y fue amor a primera oída, y “Tetas ortopédicas”. Esta última habla de la obsesión divina con lo artificial de quien va al doctor para acabar el dolor con esas dos razones. La rapidez del coro y la nitidez de la imagen tipo Almodóvar que causan las palabras logran que uno quiera saltar en esta última parte del disco. “No quiero ser tú”, igual de pegajosa, registra a un Fofé marcando su presencia con el coro del mismo nombre, es una afirmación (medio mentirosa) de no querer la responsabilidad de ser la otra persona, cuya presencia es tan imponente como la forma en que Fofé traza la línea de distinción.
El disco cierra con “Tras la puerta de color”, canción que invita a la picardía erótica que es característica de Fofé en sus trabajos anteriores con Circo y Manjar. Me parece que es en ésta donde se ven más claramente las influencias del punk en la banda, mientras invita a cerrar la noche (y apagar el disco) para dejar ser consentido por la oscuridad jugando a conquistar y dejarse conquistado.
En fin, este nuevo proyecto de Fofé no pudo haberse llamado de otra forma, un lujo.
David Gregory
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