Tuesday, March 18, 2014
Don Jon
Escrita y dirigida por lo que es su primer largometraje, Joseph Gordon-Levitt interpreta a Jon, alias Don Jon, por su fama de Casanova de discoteca. El Don Juan contemporáneo se pasa de disco en disco buscando la nueva mujer que calentará su cama por una noche. La cosa con este Don Juan es que es adicto al porno, al punto en el cual desea el porno más que el acto sexual. El porno es el cuarto oscuro donde él se encuentra solo con sus deseos, mientras que el sexo es el lugar donde van a morir las expectativas y, bueno, los deseos moldeados por la fantasía del porno. Y esto es lo que hace a esta película interesante, al menos narrativamente. Y así, con varios Voice-Over, escuchamos cómo piensa este Jon de forma cruda, lo que hace reír, y no lo digo solo por mí, sino por los otros que estaban en la sala.
Jon se obsesiona temprano en la película con Barbara (Scarlet Johanssen), una Srta. Perfecta en papel, pero cuyo puritanismo al principio termina siendo una herramienta de control. Barbara es de estas nenas que viven de las pajas de las películas románticas, y por ende, quiere hacer de su Don Juan un personaje sumiso a sus fantasías, tal como él busca de ella una réplica de las fantasías que ve en el porno. Todo frustrado. Bueno, sus fantasías, porque la actuación de Johanssen es, una vez más, para recordar. O sea, nos hace querer odiarla, nos hace olvidar que es es Scarlett, nos hace querer hacerle tragar ese chicle que siempre anda mascando y….Gordon-Levitt no se queda atrás. El actor nos hace creer que en realidad es de New Jersey, descendiente de italianos, hipócritamente católico y un ‘player’ arrogante y patético a la vez. O sea, este es el primer Don Juan que tiene todo el sexo que quiere pero prefiere la simulación del porno. Que quede claro, es eso lo que hace a Jon un Don Juan de ahora, ser un hijo del porno apegado a una imagen que nunca puede pasar de la fantasía gráfica. Y es por eso que Barbara resulta perfecta para él, porque son reflejos de construcciones artificiales que se dividen solamente por los respectivos géneros de los personajes.
La bomba por explotar suma a sus componentes a Esther, interpretada por Julianne Moore. Esther es esta compañera de estudios de Jon (mientras aguajea que va a clases para completar sus estudios) que siempre está desubicada. No solo es un tanto mayor que el resto de los estudiantes, pero llega tarde, siempre tiene los chistes y recomendaciones más fuera de lugar, y, no puede faltar, esa “Mary J” esperando en su carro. Es esta muchacha tan molestosa la que sirve de red entre los personajes principales, rescatando un poco al trama para quedarse en eso de una comedia romántica.
Don Jon no inventa la rueda ni la rompe. Sin embargo, se atreve a presionar los límites del género trayendo temas que nadie había filmado antes en el género y que son pertinentes en las relaciones del hoy por hoy. Porno, novelas, familia, virtud, religión y más que religión, el catolicismo y sus rituales tan de servi-carro que no puede causar otra cosa que no sea la carcajada más Esther en Fine Arts (fuera de lugar), especialmente con los cortes que construyen estas escenas de confesión y las demandas, tanto del sacerdote como de Jon, un pecado tantos Ave María, y si te portas mejor y no ves porno son menos Ave María para rezar. Chin-chin!
Son esas cositas las que hacen de Don Jon una película para ver. Al final no puede escapar de ciertos clichés del romanticismo enlatado que seguimos viviendo, pero las tomas, el tema y su cierta novedad en el género, al igual que las memorables actuaciones de Johannsen, Moore y Gordon-Levitt, – con mención honorífica a Tony Danza que siempre es bueno verlo de regreso actuando su italianismo-americano-uber-macho – no dejan de hacer de esta película una para apuntar en la lista y un excelente comienzo del actor en la silla de director. Un futuro muy prometedor para el director primerizo y el joven (más joven que yo el muy c*) actor.
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