En las últimas semanas se ha venido comentando sobre la quiebra de Borders y he leído a varias personas lamentándose de la “gran pérdida”, específicamente en Puerto Rico. Unos han llorado, otros se han lamentado por viejos amigos, otros han dicho que van a perder las ‘alternativas’ de café, que van a perder “una buena librería”, y muchos otros réquiem más. Por mi parte, he reaccionado con algunas respuestas fugaces que han despertado la crítica a mis comentarios que, en su mayoría, son infantilmente reaccionarios, dada la mala experiencia que tuve cuando trabajé en esa empresa. Sin embargo, al ver que el tema sigue y sigue, me veo obligado a comentar más pausadamente y de manera un poco más seria.
¿Qué exactamente es lo que se llora? Mas que nada se lloran ilusiones. La cadena de librerías más grande en la isla no era una buena idea desde el principio. En primer lugar, muchos de los que lloran la magnificencia de Borders ignoran que ni siquiera era la cadena de librerías más importante de Estados Unidos. Algunos se sentían tan “progresistas” o más bien modernos con saber que había siempre un Borders para ir y comprar tú regalo de último minuto en navidades, pero el gran progreso yanqui, esa similitud con el norte que muchos quieren, no se radicaba en la cadena de librerías, ya que fue y sigue siendo Barnes & Nobles la empresa más fuerte en el negocio, cadena que nunca llegó a Puerto Rico, quizás porque sospechaban que Borders se les adelantó a acaparar un mercado de lectores que son escasos de por sí en la isla (que levanten la mano los que leen un libro para relajarse después de un largo día de trabajo en lugar se leer un libro). De hecho, dicen las lenguas que hubo un intento de esa empresa, empresa que NO va a la quiebra, para entrar en la isla en la Plaza Universitaria, pero que las librerías locales ejercieron presión para impedirlo. No sé cuan cierto sea esto, especialmente cuando dudo que las pequeñas librerías tengan poder alguno para detener la llegada de una empresa de envergadura. La cosa es que no llegó, sea por lo que sea, y subrayando que el gran “progreso” de Borders era “de segunda mano”. Me pregunto cuál es el empeño y la mamabichería (no queda otra palabra) de querer que nos traigan cuantas cadenas anglosajonas hayan, pero al parcer somos dos o tres los que nos hacemos esa pregunta, dadas las grandes filas que se forman cada vez que llega una nueva cadena. Best Buy y Krispy Kreme son dos de los más recientes ejemplos.
El tema de las pequeñas librerías me lleva al segundo punto, que es la idea de que Borders era superior a las librerías existentes. Si bien Borders contaba con más variedad, su lógistica de negocios era el resultado de las monstruosidades neoliberales que vienen ocurriendo desde Reagan, en donde se manipulan los sentimientos del consumidor y luego se le lleva de la mano ante estas mega empresas con la promesa de bajos precios y variedad. Este es un punto complicado. Se entiende que, aun cuando se trate de la venta de libros (mayormente), el concepto de la tienda de libros es un negocio. Se entiende también que Borders ofrecía descuentos y precios que las librerías tradicionales, no podían ofrecer. El inventario de Borders gozaba de una maquinaria que le garantizaba el volumen suficiente para ofrecer el mejor precio al consumidor. Sin embargo, dentro de esa maquina, fluctuaban y chocaban dos culturas, la del libro y la-ehem!-cultura, esa de la literatura, las ideas, la música y el arte, con la otra cultura, la que se nos fomenta día a día y empresas como Borders favorecen: la de consumir. La tarea de Borders no era llegar al consumidor, ni siquiera tratar de llegar al cliente, al que se suponía era lector y requería cierto contacto con gente que conociera de la primera cultura y le pudiera ayudar. No, su tarea era vender miles y miles de dólares por día y superar la ganancia al año siguiente. Era la lógica del capitalismo más burda y asquerosa. No se trataba de vender y mantener el negocio, sino de vender y vender y vender, hasta llegar a quedarse con sumas exorbitantes. En otras palabras, no se trababa solo de vender, se trataba de vender e incrementar la ganancia En eso Borders sí era superior a las otras librerías y sus sumas eran exorbitantes, al punto que en un fin de semana se podía alcanzar la suma de 60,000 dólares, para que al anno siguiente, tuvieran trazado el plan de vender más que eso, quedarse en 60,000 dólares era considerado un fracaso en esta lógica del perpetuo crecimiento económico. Dentro de esta lógica, el cliente es un número más, por lo que el contacto con el mismo no valía para nada. Y como al final de cuentas lo que en realidad importaba era solo vender, y no dar un buen servicio para que el cliente estuviera satisfecho, se inventaban formulas de preguntas que insultaban la inteligencia de cualquier ser pensante como “¿encontró todo lo que buscaba?” u ofrecerles la nueva pendejada en venta.
Esta estrategia a la larga no les sirvió para nada ya que subestimaron que el nuevo juguete para vender era el libro electrónico por lo que, al parecer, no lograron crear una propia con su patente. En otras palabras, se quedaron en la logística de la mega-empresa de los noventa…y hasta ahí. Ese fue el gran talón de Aquiles. Incluso esa era una de la críticas a mis reacciones sobre la quiebra de Borders: no se trata de que un sentido de justicia sino de evolución dentro de esa cruenta cultura del negocio. Sí, al final de cuenta, la ley de Darwin puede ser tan aplicada como la de Marx al capitalismo, hay que adaptarse y sobrevive el más fuerte. Por ende, no es la culpa de Borders que muchas librerías pequeñas se vieran en la quiebra ante la llegada de Borders, ya que, como Borders ahora, no se supieron adaptar a los tiempos. Y es que cuando la mega librería llegó tenía el terreno abierto para hacer lo que le diera en gana. ¿Para qué ir a una librería más pequeña y cara cuando se pueden conseguir más cosas y a menor precio en la mega librería? Borders tuvo las de ganar y aun así perdió. Sin embargo, los que lloran el fin de Borders olvidan que la librería “bendecida” significó lo mismo para otras librerías, y significó gente despedida, negociantes (y no empresas) arruinados, y poca gente que los lloraron también. Pero esa es la gran diferencia, aquellos más débiles en la cadena evolutiva del capitalismo significaron muchas veces la desgracia personal de la misma promesa del capitalismo, aquella que como Rico Mac Pato, si trabajabas fuerte, podías montar tu negocio y hacerte de dinero. Se trataba de negociantes que quedaron en la calle y en bancarrota, no se trataba, como es el caso, de una empresa, cuya bancarrota la comparte una junta y no un Sr. Fulano. El que equipara los dos eventos y los equipara al “no poder ajustarse a los tiempos” carece de apatía con las personas que una empresa como Borders dejó en la calle. No, no es lo mismo, Borders es una empresa.
Y ahí viene el otro punto y el otro gran lamento: la gente que se deja en la calle o los antiguos compañeros. De los que se quedan en la calle no puedo más que estar de acuerdo en llorar su desempleo, especialmente ante el triste panorama laboral en la isla y más especialmente aun si se trata de alguna de las pocas personas que trabajaron conmigo y que no me desearon mal o que puedo considerar como amigos. Eso es lo más lamentable de todo esto, mucho más de que ahora tengamos que ir a otras librerías o a “Starbucks” (para los que van a extrañar el café frío …y malo). Sin embargo (y esto también va para los que piensen que una mega tienda como Borders puede ofrecer muchos más empleos que una pequeña tienda), la calidad de esos empleos dejaba mucho que desear, especialmente en la isla. En primer lugar, la mayoría de los empleos eran part-time, dejando sin derechos laborales a la mayoría de los empleados. Eso estaba bien para los que eran estudiantes, pero habían muchos que necesitaban las horas adionales de trabajo. Aquí era que la lógica de la tienda en Puerto Rico se torcía. Por ejemplo, asfixiaban con horas adicionales a los estudiantes de tiempo parcial, y dejaban sin horas extra a los empleados que necesitaban esas horas. Otro caso era el darle las horas como si fueran tiempo completo, pero dejándolos en la nómina como “tiempo parcial”, todo con tal de ahorrarse los beneficios y ahorrarle dinero a la empresa. Esa práctica era más común en navidad y en verano, y luego los regresaban a sus horas de tiempo parcial, limitando nuevamente sus ingresos. Si había quienes finalmente lograban que le cambiaran oficialmente a empleado “full-time”, pero esos eran los menos. ¿Para qué hacer eso si entonces había que darle mayores beneficios y derecho a vacaciones en adición al sueldo? Ya vemos como la avaricia de nada les sirvió. De hecho, ignoro si esta era la práctica en otras tiendas de la empresa dentro de Estados Unidos, pero sé que, por experiencia de personas que trabajaron en otras tiendas, las prácticas abusivas como ésa, la constante vigilancia y acoso a los empleados, el uso y costumbre de gerenciales de hacer lo que les venía en gana y hasta gritarles y faltarles al respeto a sus empleados, no sucedían en otras cadenas. Al parecer, la falta de educación y el complejo colonial se mezclan en la forma de hacer negocios en la isla, tornándose oscuros. Luego hacían estas reuniones pendejas cada mañana para tratar de aplicar la práctica de la empresa de “hacer sentir al empleado bien y así rinde más”. Lo que ignoraban en Estados Unidos es que en Puerto Rico, una vez se acababa la reunión, te volvían a tratar como les diera la gana y hasta se dio el caso de gerencial que decía “a mi no me importa” como contestación a las inquietudes de un empleado, al éste creer que en realidad podía expresar algo que le aquejara. En fin, que la calidad del empleo era pésima. Bien se podrá argumentar que trabajo es trabajo y mucho será el que lo hará, como también enumerar los descuentos que daban pero que en realidad eran migajas, considerando el trato al empleado. Pero los que quieran justificar a la empresa y bendecirla por ello siguen la misma lógica de pensamiento de los noventa, esa que Pedro Rosselló supo implementar tan bien: disminución de desempleo con trabajos parciales y centros comerciales que empleen números de personas pero bajo condiciones que en realidad son inaceptables para padres de familia. Trabajar sin derecho a vacaciones es más un intento desesperado por tener algo para pagar las deudas que raya en la esclavitud más que en una honrosa oportunidad de empleo, tú sabes, esa de la que te sientas orgulloso de lo que haces y produces. ¿Qué te vas a sentir orgulloso si eres uno más y te lo recuerdan día a día? ¿Si no puedes hacer una diferencia? ¿Si ponen al que sabe de libros a vender café y al que sabe de negocios a libros? Entiendo que en ese ejemplo la venta es más efectiva, pero es abstracta, no hay un logro en el empleado, más allá de un número que para él es ajeno y que solo se ve en su cheque. Ni siquiera sabe a quién se dirigen sus ganancias, como tampoco le importa poder ofrecer consejo real al cliente. En una empresa pequeña es más probable que el vendedor sí conozca el libro o al menos una ligera idea, aun cuando las prácticas de empleo a lo mejor tampoco sean las más propicias. En ambas situaciones la calidad del empleo deja mucho que desear, pero en la segunda, el empleado siente cierta satisfacción ya que se interactúa personalmente con el cliente, y pues, ve y conoce sus frutos, no se trata meramente de una venta ni de su cheque.
Con el fin de Borders en la isla dejamos todo eso atrás de una vez por todas y, con ello, el comercio impersonal tipo supermercado de las mega empresas. En ese sentido, la librería como negocio ha llegado a su fin. Sin embargo, fuera de los desempleados, esto no es necesariamente malo. Por un lado, esto abre la oportunidad de que pequeños negociantes puedan abrir librerías personalizadas para hacer contacto con un cliente que ya va en busca del libro en sí y por eso necesita de alguien que sepa del producto. Por otro lado, se acaba el monopolio que esa empresa llevaba en ese mercado por diez años, monopolizando, no solo el espacio de la librería, sino el qué se lee, el por qué, y el idioma. De hecho, entre los otros desempleados se encuentras los distribuidores, pero muchos de ellos se vieron en esa situación antes que Borders y GRACIAS a Borders, dado que les devolvían los libros no vendidos de golpe y con acumulación de años, dejando a los distribuidores con sumas de miles de dólares a pagar y obligando a tener que cerrar su negocio como suplidor. Fue por eso que de repente era más fácil y más barato conseguir un libro de García Marques o Galeano en inglés que en español. Vaya usted a cualquier otra librería de cualquier país del mundo y mire a ver si eso pasa, o sea, que la gran mayoría de los libros no estén en el idioma en que se habla en el país. En ese sentido, y porque para Borders era todo negocio, su control se tornaba cada vez más peligroso para batallas de mayor envergadura que se están llevando a cabo en la isla, como lo es la cultural.
No, al final, y sumando las cosas que se pierden, el cierre de Borders no es una mala noticia, sino algo así como karma para una empresa que quiso hacer de la cultura un negocio y solo eso (no que el libro, la música y eso no sean otro producto a consumir, pero no son solo eso), y aun así fracasaron. Con todo y eso, se mantiene la tienda de Plaza, acaparando gran parte del mercado en el área metropolitana. De hecho, eso es una consecuencia de los grandes logros que tuvieron como empresa monopolista, y quizás por eso, de todo lo que he enumerado, lo que más pese sea los pobres desempleados desesperados. Mas yo quiero apostar por nuevos comienzos para cada uno de ellos, nuevos comienzos para librerías nuevas y especializadas para al que quiera el libro (a los que extrañen el café les queda Starbucks, ese oxímoron en la isla). El que quiera el libro en formato electrónico, que lo baje por Internet y que lo baje gratis, ese será el nuevo comienzo para el nuevo lector y para que terminen los abusos de editoriales comerciales. Sé que muerdo mi propia mano, pero el que se niegue o no le guste este panorama, comete el mismo error de no acoplarse a los tiempos. Esa es la nueva realidad, con sus ventajas y desventajas. Dejemos de lamentarnos por algo a lo que nos acostumbramos pero no fue del todo bueno en realidad. Borders era y sigue siendo síntoma de un mal que nos sigue ahogando todavía hoy, el capitalismo en su fase más despiadada y cruel, nada más.
2 comments:
Lo mejor de Borders era ir a leer las colecciones de comics para luego no comprarlas.
Luego de entrar a trabajar a Borders (la que fuera ingenuamente mi tienda favorita) no pude evitar pero odiarlo automáticamente. Me asqueaba tener el radio pegado al oído y escuchar la voz chillona de una gerentilla gritando "VENTAS, VENTAS, VENTAS" como una loca. Otro supervisor nos obligaba a dejar de atender a clientes en el piso (en la cara de ellos) para que corriéramos a bajar la fila porque "ellos sí son la prioridad; ellos YA son ventas". Ugh, ese fue el mismo morón que preguntó que quién era el autor de Don Quijote. Oh well... También todas las mierdas de handselling que nos obligaban a vender y los librillos para los ni~os de escasos recursos que en realidad nunca llegaban a ningún hogar. En fin, el ambiente laboral era de lo peor. Tengo una teoría de que los que se han quedado y aguantado es porque definitivamente necesitan el trabajo y está dispuestos a lambonetearle a cualquiera y de verdad los admiro. Porque a pesar de que ahora están cogiendo empleados que los únicos libros que se han leído en su vida es la mierda de serie de Twilight, también están los que de verdad les gusta la literatura (también música y películas), y aunque tengan que verse obligados a vender tanta mierda aprovechan siempre para recomendar un Borges, un Cortázar, antes que un trili libro de autoayuda. Yo, por otra parte, renuncié por principios, moral y un poco de orgullo, lo admito, cuando un supervisor me dio un Final Warning (MI PRIMERO, pero FINAL) por insubordinación dizque por salirle "con actitud". Me hubiera gustado haberle dicho "fuck you i won't do what you tell me" pero fui demasiado respetuosa. Nada, no me da pena la quiebra de Borders pues no se supieron adaptar a estos tiempos.
Post a Comment