Monday, August 15, 2011
Siempre escribo lo que pienso
En los últimos meses he sido criticado por algunas personas por mi supuesto “estilo violento”, mayormente en Facebook, pero la crítica se expande a algunas de las reacciones que he comentado en este blog y en lo que escribo en general. Al parecer y según esto, hay dos personas, la que aparento ser detrás de la conveniente letra (cibernética) y la que soy en persona. Se trata de un desfase de tal magnitud que han llegado a decir que aunque yo “soy un amor en persona”, el David de Facebook merece “un puño en la nariz”, en caso de que yo fuera así en vida real. Demás está decir que la crítica, al igual que el eco de la misma por otras personas, me tomó por sorpresa y, cómo no, me molestó un poco, podría decir que hasta me dolió. Sin embargo, al darle cabeza al asunto, me pregunto, ¿de qué carajo hablan? En primer lugar, yo soy tanto el David que conocen en persona (“el amor”) como el David que leen (el que quieren golpear en la nariz). Este último, que se expande desde las pendejadas en Facebook, al blog, y hasta cosas más serias, intenta mover un poco las cosas, cuestionar, criticar, mover el Jenga, y cómo no, joder, ¿no es para eso que se escribe? ¿No es para eso que se crea? ¿No es para mover los cimentos, cambiar las piezas desde realidades alternas? O sea, en el día a día vivimos la creación del performance que nos gusta jugar, más es en la creación, el arte, la palabra escrita o lo que sea, se esconde la intención de reaccionar a lo que vemos mal en el día a día y hacer algo al respecto desde ese lugar indirecto del arte en su más amplio sentido. En esos casos, no es nada personal, se trata de un ejercicio estético…y sin embargo, es totalmente personal para las personas que sean el blanco, pero ya no por ellos, sino por la idea en que representan en X o Y. Si no fuera así, ¿para qué se crea? ¿Para qué se escribe? Desde la estupidez más básica (de las que estoy preñado de ellas), hasta la cosa pequeña y genial que se escape en cierto momento, se intenta re-presentar para que se vea la hipocresía en la que nadamos día a día (no como instrumento de enajenación como la religión, sino como instrumento de enlace entre la imaginación de un mundo mejor y la presión para que nuestro mundo sea mejor). Los días de mimetizar pasaron hace rato. Hace ya más de dos siglos que vivimos en los tiempos del “shock”, del usar el arte para destruir la imagen estática de un mundo que antes nuestras cortas existencias parece que no se mueve, y aunque ya el “shock” es un cliché también, todavía es parte de nuestro código estético. ¿O porque sea un cliché debemos conformarnos y portarnos bien?
En mi caso hay también algo de válvula de escape, por más anticuado que ya esté eso del shock y de usar válvulas de escape, y si bien dirán que un lugar como Facebook no es el lugar para alguien que crea, todo lugar es un lugar, y para alguien que escribe, toda letra es un ensayo, una posible oración que haga sentido. Ahí podemos estar abriendo puertas en donde no se supone (el media no es creado para crear sino para enajenar, perdonen entonces los inconvenientes).
Lo cómico de todo esto es que yo no tengo el status para ser criticado de tal forma por lo que escribo, pero me temo que es precisamente por eso que se me critica. También es cómico el hecho de que esté escribiendo para defenderme cuando en nada importa. Los que me conocen no lo toman personal. Los que no me conocen no les importa. A los otros que sean ofendidos en interín, ¿qué me importa? ¿O acaso vivimos en los tiempos de las etiquetas o regresamos a ellos? ¿Por qué andar uno con ciertos modales y auto-censurarse, no decir las cosas para no herir los delicados egos de algunos que les gustan los malos modales siempre y cuando sean consumibles y no los de alguien que está comiendo en su misma mesa, digo, si es que llega a comer algo? Y ya hablando de arte y con toda la intensión de ponerme en esos lugares, ¿de qué sirve escribir algo si no es violento? Independientemente de que ya se haya hecho, si no sigue atentando contra los buenos modales, si no sigue invitando a golpear la nariz, ¿qué se logra? Para secarle las babas a la gente no se necesita escribir. De hecho, los grandes llegaron a ser grandes por su irreverencia. Baudelaire, Rimbaud, Arenas, Sade, Kafka, son algunos ejemplos. Zurita, Lemebel, Montecinos nuevos ejemplos, y en la música, todos amamos a un Lennon, a un Dylan, Waitts, Morrison, Draco, Bunbury, García, Cerati, un Silvio y un Cabral, no por ser “polite”, sino por ser abruptos, mal educados, violentos. De hecho, hace poco hablé sobre los que lloraban la muerte de Cabral en tono de mofa y me criticaron, a lo que tuve que responder que entre todos los que le lloraron, mis palabras violentas fueron el homenaje más cercano a su obra y, por ende, a su persona, porque no hay diferencia entre los dos. Pero claro, a ellos se les permite porque ya son validados, pero como yo no tengo validación mediática ni crítica, y me temo que ni tengo validación de muchos de estos que me conocen en persona, pues ¿cómo me atrevo a ver tan violento? No: debo callarme, censurarme, comportarme y ser el David amoroso que dicen que soy, lo que también es debatible. Me pregunto entonces, ¿acaso estas personas me prohíben mi derecho a crear, a reaccionar desde la palabra? ¿Acaso no me lo merezco? ¿Acaso lo que escribo no merece lugar alguno? ¿Acaso esos que me critican tienen la batuta para decidir?
Imagino que esto es lo que pasa cuando alguien se atreve a decir las cosas como las ve, sin ser nadie ni tener ningún sitial….va a ser largo el camino, pero no me pienso callar.
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