Sunday, February 24, 2013

Lo que es desigual no es ventaja



Escribo estas breves líneas en respuesta a la carta publicada el miércoles 20 de enero por Ricardo Sanjurjo en el periódico “El Nuevo día” y titulada “Derecho a la expresión”. En ella el autor se lamenta de las “etiquetas” que le han valido participar en el evento del domingo pasado en contra de que le extiendan derechos a las parejas homosexuales en Puerto Rico. Para el autor de la carta es lamentable que esa marcha haya sido catalogada como “la marcha del odio”. Del mismo modo se lamenta de que se les describa de “fundamentalistas” y se cuestiona dónde queda su derecho a diferir. De hecho, concluye la carta diciendo que donde terminan los derechos del prójimo comienzan los de él.

Estoy de acuerdo con que Ricardo y todos los que se manifestaron tienen el derecho a hacerlo, aunque las bases de tal manifestación ofenden e insultan a todos los que queremos una democracia más representativa y heterogénea. Pero si bien están en todo su derecho, también nosotros tenemos el derecho de cuestionar los motivos de tal manifestación y usar las etiquetas que definen muchas de las pancartas que allí se vieron y muchas de las expresiones sin fundamento hechas por los que allí estaban. Por otro lado el autor de la carta admite que de lo que se trata es de unas enmiendas a la ley 54 (protección en contra de violencia entre parejas) que extenderían esa protección a toda pareja, sin importar su género, y hasta está de acuerdo. Entonces, ¿cuál es el ataque al matrimonio? ¿Por qué la necesidad y urgencia, no de defender a la familia, sino de imponer la definición que ellos entienden correcta? Es curioso que por un lado hablan de defender a la familia mientras por el otro atacan y dividen la unión de muchas familias, no solo de los que desean redefinir el concepto para poder amar a su pareja o a sus hijos libremente y con el amparo de la ley, pero dividir a las mismas familias que tienen miembros de la comunidad LGBT.

Finalmente, Ricardo tiene todo su derecho de diferir pero en base a argumentos, como cualquier otra persona. Ni él ni yo vamos a estar de acuerdo y en una democracia podemos adoptar puntos opuestos. Sin embargo, es curioso que defendiera tanto su derecho a la libre expresión y su derecho a diferir pero no quiere reconocer el derecho de miles de personas a tener matrimonio por lo civil, a ser protegidos por la ley, y a formar sus propias familias. Entonces, ¿cómo hablar de derechos? ¿Con qué derecho se justifica defender sus derechos como ciudadano en una democracia mientras se insiste en negar el reconocimiento e igualdad de derechos para todas las personas que la conforman?

La libertad de expresión es derecho de todos, pero hay que ejercerla con un sentido de responsabilidad social, no se trata de decir lo que sea sin medir las consecuencias y luego esperar que nadie diga nada, especialmente cuando esas expresiones pormenorizan a un sector de la sociedad en que vivimos.

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