Monday, July 30, 2012

La crucifixión de Nietzsche



Leyendo un libro sobre la llamada “ficción postdictatorial” en el Cono Sur, de Idelber Avelar, me topé con una pregunta que a mi también me sorprende y es sobre la fascinación de Occidente con la religión cristiana. En una lectura a Nietzsche, Avelar se pregunta, y cito: ‘¿De dónde viene el poder persuasivo de “esa terrible paradoja de un ‘Dios en la cruz’, ese misterio de una crueldad inimaginable y autocrucifixión de Dios para la salvación del hombre”?’ Aparentemente el filósofo alemán no dejaba de sorprenderse del poder de convocatoria que ha tenido el “Dios en la cruz”, y de eso ya ha pasado más de un siglo. No es de sorprender, entonces, que yo me sorprenda de cómo todavía muchos se sientan interpelados por una deidad que no tiene ni pies ni cabeza (literalmente), hasta que se hace hombre (y es hijo) y muere (o se hace matar, esto debe ser el primer caso de eutanasia entonces, ¡no jodas!) dis que para salvarnos o salvar a aquellos mismos que lo estaban crucificando (aunque tenían que hacerlo porque si no, pues, bye-bye salvación) de …vaya usted a saber de qué carajos. Algunos dicen que de la manzanita, otros que del pecado original, otros que de nuestros pecados que no hemos hecho cuando nacemos pero que estamos destinados a hacer de la misma forma en que Dios tenía que morir para salvarnos. Sí, cada vez que pienso en esto, termino rascándome la cabeza y diciendo “what?!”. Peor aun cuando me pongo a pensar que todavía hay millones que creen en alguna variante de este despelote.

No me extraña entonces que el alemán se preguntara sobre la fascinación de ese Dios cruel crucificado. En realidad, ¿necesitamos tan desesperadamente de una salvación? ¿Tanto miedo nos produce la muerte? En otras religiones previas la muerte era mucho más existencial, un limbo en donde se iban para la eternidad las almas, sin importar las valoraciones éticas del bien y el mal. Ante esa versión tan sombría pues claro que un boleto a la salvación (she’s got a ticket to ride) suena super nice. Pero la cosa es que para que esa salvación sea posible y nos vayamos a janguear con Dios en togas blancas y con arpas doradas en mano Dios tenía que morir, o mandar a matar a su hijo (escoja una o ambas), no podía simplemente perdonar lo que le causó tanta rabia de sus mismas creaciones así por que sí.

Y si la gente compra a este Dios ensangrentado (por los siglos de los siglos, amén), ¿hablará esto de nuestros deseos salivados de violencia? A mi no me miren que yo no sé la respuesta, la lanzo como una posibilidad, porque si bien se entiende el deseo de salvación, no se entiende esta morbosidad de la necesidad de un Dios que supuestamente es amor pero que condena, castiga, manda a matar a su hijo, etc., etc. Eso es lo que yo llamo amores que matan.

Quizás no hay una respuesta a tal fascinación. Quizás el alemán la tiró demasiado pronto. Quizás yo todavía esté muy a destiempo para contestarla y de aquí a otros siglos más (si es que no nos autodestruimos primero) y una vez purificados de las supersticiones primitivas que conocemos como “religión” (teología si queremos ponernos más chic), podremos mirar atrás y hallar la respuesta. Y eso que conozco a suficiente gente que ni siquiera se molesta por preguntar dichas cosas y les parecen ser irrelevantes, Dios ha muerto indeed. Mas venga a dar una vuelta por este pueblo que por errores de la vida me ha tocado parar y va a encontrar más Iglesias que escuelas, que hablar de Dios en la cruz es más cool que esa cosa que llaman educación, mejor es creer que aprender, mejor es tener fe que pensar, mejor rezar que hacer. Y, de nuevo, para el grupo de fans del ‘Dios en la cruz’, que Dios me libre y me coja confesao’ si me escuchan cuestionándome estas cosas en voz alta, que no solo la primera piedra me van a tirar.

Lo que me trae nuevamente a la pregunta, ¿será por nuestra condición humana de ser seres violentos y apegados a las imágenes de la violencia? Joder, antes de la Biblia estaba la Ilíada y ese otro “best-seller” oral hablaba de carruajes resbalando entre sangre y cuerpos desmembrados. No me sorprende que ante el destino trágico de Nietzsche muchos se saliven aun de su muerte, mas de cien años después. Recuerdo ver en los baños de la universidad que respondían a aquel famoso y ya mentado “Dios ha muerto” con un “Nietzsche ha muerto”. Pues sí, y hace tiempo, pero ese no era el punto de aquella primera frase, sino del reconocimiento de una sociedad en donde la Iglesia y la religión no dictaban la política internacional y todo aspecto de la vida social…bueno, al menos no tanto como en el medioevo. ¡Pero con que alegría hablaban de su muerte como humano! Era como si sugirieran una venganza del “Dios del amor”, un NO JODAS CON ESO o mira lo que te pasa y luego a quemarte en la pailas del infierno, un slogan de miedo que es uno de los más que ha ayudado a esa religión. Entonces, así, traviesamente, lanzo la pregunta, si hubiera sido Nietzsche en una cruz, ¿habría gente rezándole ahora? Seguramente no porque ya no era original y tampoco traía ninguna salvación, a menos que todos queramos terminar abrazados a un caballo (idea que en muchos momento no me suena tan descabellada). En todo caso, el hecho de que la gente escriba eso como en sentido de venganza si sugiere cierto paralelo; Dios en la cruz, Nietzsche en el caballo, y aun así, solo los judíos de algún tiempo se alegraban de la primera y no se vestían con las túnicas de la “bondad” ni del “amor” mientras se salivaban por muertes ajenas.

Entonces, esta fascinación, ¿es tan solo por la salvación prometida, o la violencia que conlleva esa salvación? Si pensamos que dicha salvación se antepone a la condena de la mayoría, pues, no tengo que escribir mucho para contestar someramente a esa pregunta. Y claro que no todos se alegran de la muerte de nadie o esperan la condena de los muchos, pero el que hayan dos o tres que en realidad sigan al cristianismo en su praxis (dogma incluido o no) no contesta la primera pregunta ni cómo el supuesto amor prometido se contradice ante la crueldad del mismo Dios.

Mas claro, no pretendo contestarme la pregunta sino más bien arrojar ciertas reflexiones ante la misma a partir de los ecos que encontré en este libro. Cada uno tendrá sus razones, pero incluso los que siguen fascinados con esta imagen, deberían al menos intentar preguntarse seriamente de dónde viene esta fascinación, no solo para ellos, sino para media humanidad. ¿Cómo la promesa de una “salvación” puede ir por encima de todas estas inconsistencias que ni el alemán se pudo contestar, ni yo me puedo contestar? Y dije seriamente, así que los hocus-pocus de referir la pregunta a otros entes, a un libro, o a otros mundos, no cuentan. ¿Por qué? ¡Porque así cualquiera!

Quizás solo queda rascarnos la cabeza y pasar la papa caliente, a ver si de aquí a cien, doscientos, quinientos años, u otro milenio, alguien pueda mirar hacia atrás y decir “he allí la razón”. Mientras tanto, a todos los que nos hagamos esta pregunta sin poder responderla, quizás debamos buscar a un caballo y abrazarlo. Y sí, Nietzsche ha muerto, como yo y todos moriremos también (hasta el Dios en la cruz), salvación o no, ya que ese es el punto (violento) que pone final a esta corta oración que llamamos vida.


(El libro al que me refiero se llama “Alegorías de la Derrota: La ficción postdictatorial y el trabajo del duelo, escrito por Idelber Avelar. La semana que viene voy a hablar un poco sobre algo que se expone en dicho libro y de lo que quisiera reflexionar un poco)

Sunday, July 22, 2012

Buyé: no la playa, sino la cerveza (“no cómo fue, sino como pudo haber sido”)



Siempre es una experiencia leer “El nuevo día” versión impresa, uno se encuentra con las joyitas editoriales, de opinión o artículos sueltos que dan de qué hablar, reír, o llorar. Casi siempre es esta última, pero en esta ocasión me tocó reír (en momentos de sequía), y es que en el periódico del 12 de julio (2012) publicaron un reportaje sobre una nueva cerveza local; la cerveza Buýe. No me estoy riendo de que haya una nueva cerveza local, sino de la forma en que presentaron la información y de cómo todo pasó de ser un artículo a una pieza de publicidad para la cerveza con un slogan tan malo – ¡ehem! – más bien irreal, como el de “Puerto Rico lo hace mejor” (El nuevo slogan difundido en los medios de “Puerto Rico lo hace cabrón” me parece más interesente por la arbitrariedad con las que usamos ese adjetivo tan cabronamente cabrón de la palabra cabrón, en donde puede ser de algo sumamente bueno, a un insulto, a algo sumamente malo o absurdo).

La nueva cerveza es de Ponce, lo que me sorprendió porque pensaba que era otro intento más de la Medalla o la antigua cervecería India, que lleva llenando al mercado de nuevas cervezas para competir con su mismo producto en los pasados tres años. Al igual que Medalla y una de sus nuevas cervezas (Silver Key), Buyé es liviana, ya que, según el artículo, es “la categoría preferida a nivel local”, lo que ya deja de sonar a noticia. Claro que a la gente le gusta la “Light” si con los calores de esta isla hay que beber liviano y a cul-cul (de golpe, de sopetón). De eso no se habla, solo se da la información alimentada por estadísticas que siguieron estos pendejos para crear la cerveza y venderla.

Pero luego el artículo de Buyé se pone kinky. Y es que se deja llevar por los que dicen sus creadores y presidentes de la empresa. Así, Buyé es la cerveza que todos esperábamos, la cerveza que van a tomar padres e hijos juntos (si son adolescentes se jodieron con estas proyecciones) y, según el presidente de la empresa, la cerveza que apelará a “boricuas de corazón”. ¡Boom! Aquí tenemos a la patria en venta a través de la bebe-lata de una cerveza nueva que se atreve a saltar al abismo del mercado en tiempos de total incertidumbre. O sea, la cerveza usando discursos nacionalistas para echar el pie (Niiiice, ya veo a un Carlos Pabón saltando). No que Medalla u otras cervezas locales no vendan la idea de lo “nacional” para atraer cierto sentido de, vamos a llamarle identificación para dejarla pasar. Pero esta nueva cerveza apela también a “los jóvenes de corazón”. Me imagino a todos los adultos de mediana edad queriendo ser cool porque beben Buyé, si es que esa promoción llega a calar en algo. Bueno, sale más barato que una motora.

Pero eso no es ná’ ya que luego hablan del origen (ah, el origen…ese siempre crea disparates)del nombre de la cerveza. Y así cuenta la historia de los mil intentos por encontrar un nombre para escoger el de la playa en Cabo Rojo, en donde “se conjuga la agresividad del océano Atlántico con el sosiego del mar Caribe, un elemento descriptivo de nuestra raza”. Fue en este punto que me tuve que tirar al suelo a carcajadas y pensar que algo tenía que decir de este artículo e intento de venta tan charro. Luego se aventuran aun más a decir que “Buyé es para todos aquellos que llevan dentro de sí la pasión para que las cosas sean distintas. A Puerto Rico lo van a cambiar unos pocos, y detrás de esos pocos vamos nosotros”.

Primero que nada, ¡¿de qué carajos habla el tal Álvarez (presidente de la joven empresa)?! Si son pocos imagino que piensa en los pipiolos (más que nada) o los independentistas del rollo (que no son ni tan pocos pero bueno), la nación en venta indeed. Llamemos las cosas como son, esto es un burdo intento de utilizar un sentido nacionalista de dos o tres para vender un producto que, de hecho, tiene alcohol. Imagino que las cabezas alcoholizadas de esos que “van a cambiar” a la isla cambiarán, no solo a Puerto Rico, ¡sino al mundo entero, al estilo del Che! Imagino que esos son los “locos que quieran hacer de Puerto Rico un lugar mejor”, como mencionan luego. Claro, ¡borracho se cambia al mundo entero! Lo que pasa es que al otro día uno se encuentra tirado en el suelo en estados que no sin dignos de recordar, pero qué rayos, otra cerveza y… ¡volvemos a cambiar al mundo! ¡Porque somos unos locos! ¡Wooooo!


En segundo lugar, ¿qué carajos es esa mierda de la conjugación Atlántico con el Caribe? Eso es peor que hablar de la mezcla de razas con españoles, taínos y africanos agarrados de las manos como si fuera una canción de José Luis Rodríguez “El puma” (o como en aquellas cabras que nos metían bien duro en la escuela). Mis palabras al presidente éste son: mire so pendejo, ¿usted se ha puesto a ver al Mar Caribe? ¿De dónde puñeta cree que tuvo su fama? Y déjeme decirle que no es de “sosiego”. ¿Y de cuándo acá “nuestra raza” (al parecer tenemos una) se define a partir de “agresividad y sosiego” en un batido de definición colectiva? En fin, ¡deje de estar hablando mierda!

Y es que toda esta mierda de cerveza (aunque no le ha probado…pero dudo que “la agresividad conjugada con el sosiego” sepan a otra cosa) es un intento desesperado por usar un sentimiento que solo se suele utilizar en la isla para cosas irrelevantes, cosas que se pueden comprar (o ver a través de pagar algo como nuestro gran orgullo por los boxeadores). Así pues claro que todo el diseño parece ser un Macho Camacho (o Tito, Tito, Tito) con la bandera en los pantalones cortos, un Aníbal hablando de soberanía, un “Chevy el ponzoñú”, un Tito Kayak en Noticentro. Ok, entendemos, al parecer beber Buyé nos hace los nuevos liberadores de la patria, nos abrazamos a la bandera y a las aguas y a un sentimiento patrio genuino. ¿No? Seremos jóvenes de cora’ y cambiaremos al mundo. Ante toda esa mierda (repetida por el periódico como si fuera noticia) solo puedo decir que estoy de acuerdo en algo, y es que si están buscando “a unos locos” los van a encontrar, porque hay que ser mínimamente pendejo o estar loco para beber esa cerveza por las razones que nos las quieren vender.

Monday, July 16, 2012

About demonizing Iran


“…if you question the use of these methods of demonization of Iran, the immediate reaction from the intellectual class is that ‘you’re supporting Ahmadinejad. You’re a Holocaust denier.’ That’s a useful technique. It’s extremely important to protect the right to lie. For intellectuals particularly, that has a very high value. You must protect the right to lie in support of power. And one of the ways of doing it is by participating in the demonization of an enemy. That’s a standard.”
-Noam Chomsky
(What we say Goes, Metropolitan, 112)

Sunday, July 15, 2012

Eulogy



This one is for my sister.

So long. We’ll miss her…..we already do.


Pero esta va en español también porque casi todos los que no conocen ese idioma, no la conocieron tampoco. Y ¿qué decir? Tuve que poner en pausa nuevas escrituras porque a mi hermana lo tocó abandonarnos así como si nada. Y aun no estoy seguro si ponchó antes de que yo pudiera decirle mis últimas palabras….y por si las dudas las digo aquí y para ella.

Pero, ¿qué decir? Su vida no fue fácil. Desde que recuerdo tuvo asma. Yo era asmático cuando niño también, pero algo de tener acné hizo que se me fuera pa’l carajo al igual que a mi padre. Ese no fue el caso de Jamie. Yo nunca fui hospitalizado. Ella siempre estaba hospitalizada. Y cada vez más, y más, y más….y cuando se murió mi madre aun más, hasta el punto que en los últimos dos años pasaba la mitad de ellos en el hospital y la otra libre, con sus hijos (como en su último fin de semana con vida). Hay que sumarle a eso el diabetes, enfermedad que según mi padre le fue diagnosticada a sus 14 años y que con los medicamentos “hard-core” del asma se descontrolaba como arena en medio de tormenta. Pero muchos de ustedes saben eso. Dos enfermedades letales, más una mentalidad descuidada en muchos casos.

No es de sorprender que nunca pudo lograr sus sueños profesionales. Estuvo a apenas unos créditos de ser enfermera, pero una larga hospitalización siempre le impedía terminar. Soy testigo de que intentó muchas veces aun cuando no es el mejor trabajo, aun cuando desarrolló una alergia letal al latex que le impedía trabajar. Aun así ella quería ayudar, quería ser útil, quería estar en la carrera más ingrata dentro de la salud, ser parte de los que hacen trabajo sucio. Hasta que no pudo más. Ni tenía dinero para terminar su grado, ni podía trabajar como enfermera en el hospital en donde murió.

No, no es que se rindió, es que no la dejaron. La despidieron, le impidieron seguir….intentó irse en contra de su voluntad por incapacidad en seguro social y hasta eso le denegaron. Para el gobierno ella no podía hacer lo que quería, que era trabajar, ni tampoco podía ser declarada como incapaz de hacerlo. Y que conste, trató de pedir dinero por incapacidad cuando su asma asfixiaba todo lo que era su vida, no era que ella quisiera dejar de trabajar, aun con tres hijos, aun cuando se puso encima todo el peso de una familia a la deriva ante mi ausencia, aun cuando bregó con cosas que yo no podía ni pude bregar. Ella aun seguía luchando. De hecho, una de las últimas veces en que pude hablar con ella me dijo que soñó con la muerte. Yo me desesperé pensando que era que estaba teniendo premoniciones, pero ella me dijo, “no, no soy yo, yo me quedo aquí por mucho más tiempo”. Esa era mi hermana. Una luchadora que vivió su vida como quería pero sudando cada gota hasta el final, verdadera heredera del espíritu de mi madre.

Mi hermana es mi héroe. Y no, casi nunca estábamos de acuerdo…en casi nada. Nos pasábamos peleando por temas como el aborto, la música, la tradición, y ella no me entendía como muchas veces yo no la entendía a ella. Éramos tan parecidos y tan diferentes. Pero aun así yo siempre admiraba el valor que ella tenía ante su vida, su gran batalla, y su gran interés por seguir luchando, especialmente después de tener sus tres hijos. Y es que heredó eso de mi madre también, esa pasión por hacer lo imposible porque sus hijos tuvieran lo que querían, aun cuando ella no tenía el dinero para mantenerlos felices. Miles de veces le cuestionaba porqué gastaba todo el dinero que no tenía para estupideces como un cumpleaños con casas saltarinas, visitas a parques, etc. Ella prefirió gastarse todo su dinero en darle un juego de cama a su hija antes de arreglarse los dientes que había perdido como resultado de su enfermedad. Yo, con mi vanidad, hubiera corrido a arreglarme los dientes antes que nada. Pero para ella era mejor sacrificarse aun cuando ella en realidad no tuviera los medios para lograr las fantasías que deseaba. Y ese espíritu, ese deseo de honrar a mi madre, lo llevó hasta su último día, ya que mi madre deseaba donar sus órganos, pero la leucemia se encargó de fundirlos todos antes que pudiera hacerlo. Así que mi hermana decidió donar los suyos, los que quedaran buenos, y así se ha cumplido.

Su vida fue una tragedia, y muchas veces me pregunto que carajos hizo para merecer tal condena. Pero dentro de toda tragedia siempre hay cierta belleza, y así tuvo a un marido que se mantuvo con ella más en las malas que en las buenas, que la quiso más allá de sus miles de defectos. Y, como ya mencioné, tuvo tres hijos que la inspiraron a seguir adelante cuando tenía duda si todo esto valía la pena. Tres hijos que veían la luz cada vez que salía del hospital, dos de ellos que están concientes aun para llorarla y extrañarla y clamar por el poema que ella hizo de ser madre, aun con su condición. Dos de ellos que la han llorado hasta que no puede doler más y que les han dejado pinturas, collares, flores, para que se los lleve con ella al viaje del que no se regresa.

Ella vivió la vida que yo debí haber vivido. Muchas veces deseé cambiar posiciones, especialmente porque ella tenía razones para seguir adelante, contrario a mi. También pensaba que era una pena que ella dejó de escribir y leer, porque su condición podía ser terreno para ser una profeta de la palabra y la sensación a través de ella….pero las complicaciones hicieron que dejara eso a un lado. Lo de ella no eran las palabras ya, sino su pan de cada día, y su luchar por su familia.

Por eso es que me siento mal al escribir palabras. Yo les hago un mal servicio. Era ella la que debía escribir. Yo miento a través de ellas, finjo, actúo. Ella las vivió. Yo sé de teoría y pretendo, ella vivió el dolor y la alegría, ella vivió la vida en carne viva.

Y ahora que estamos unidos en la muerte, solo me queda deberle a ella. Cada palabra que escriba será la palabra que ella debió haber escrito y no pudo escribir. Cada cosa que yo haga llevará su firma, porque se lo debo a ella, a todo lo que ella pudo haber dado y sus enfermedades no la dejaron. Ahora me toca vivir por ella, aun cuando ella es la que debiera estar viva y yo debería estar enterrado (ya sé, sueno al “por qué no me llevas a mí?” pero en estos momentos uno se multiplica de clichés). Hubiera dado todo porque así fuera, así que ahora debo dar todo.

Solo espero no quedarme corto.

Tuesday, July 03, 2012

Chaos as North

Chaos as North

Uncertainty excites me
-Björk

I love chaos. I will not pretend that I’m all above it. I’m not. Chaos produces chills on my bones like any other neighbor, especially when things are out of my control. Don’t we all (hate THAT!)? Anyone who knows me personally knows that I tend to overreact and that I didn’t deal that well with my recent chaotic year. Still I wasn’t that bad. Still, I like-ehem!-LOVE chaos! And why, you may wonder? Simple. Chaos and disorder brings you the opportunity of new possibilities, and above all, gives you tools to create (them).

Each and every one of us needs a little bit of chaos, if just only a little, that is, if he can take the heat of the kitchen. We could use a lot of examples of how this is so, but it’s the figure of the artist the first one to pop into my mind. The artist owes everything to chaos. Chaos is his ever lasting leech; he needs it in order to have the tools to reorganize how he understands the universe under his eyes. Re-create, re-present, take all the crap and build something out of it to use that creative window.

We can go even further and think of the beginning of it all (holy shit!) as chaos. In that sense, chaos should be understood as metaphysical. Therefore, if we think in a divinity that created it all, that god needed the chaos of nothingness to create and to create us. Chaos is nothing more that a lack of sense from out understanding. It is impossible to think that a nothingness in the beginning implies a divinity making sense or it without thinking of the need of chaos. Therefore, explaining the “creation”, with capital letters, means that, in the beginning, there was only chaos. In the beginning, all was chaos, and then it was God, or the human trying to understand order and naming it as a deity. Anyhow…in order for the big creation to happen, there was chaos.

But here is the thing, once there is an “order”, its all over baby. No more possibilities of creating anything. No more possibilities of reinventing or reinterpreting things. No more possibilities of finding new meanings….it is all said and done. Period. Be it a painting, a tasty new dish, a book, whatever, it’s all over man! That’s why I hate order and, even when I look for some sense of, well, sense, in every little thing I do, even the trivial ones as the little messes of my apartment (they do make sense for me…but just for me, that’s why I can’t stand another’s person mess), I always look for an escape vault in front of the commodities that ‘order’ gives me. Because if everything is neat, if there is an established order, if all the rules are spoken, if everything is said and done, then, what the fuck can I do?! Order robs me of any possible sense of agency (action). Period.

In fact, that’s the whole “end of History” premise of the post-capitalist nihilism: Everything is done. These theories just mean for us to kneel for the established order, this is the best of all words possible, not that far away of some Church teachings in the past (forget about this world, if you are fuck, you will have all the goodies later). This is the best we can do, nothing is going to change the world, every attempt of something else is futile, and in a more metaphysical way, corruption is in “our human nature” and that’s why we can’t do better than this (as if in the failing of every new attempt-political or not- there was no chance for a new effort).

However, the little secret beneath any sense of order is that it is finite. Go ahead; make your room neat as hell, and in time, you will new ways to destroy that order and begin again. In terms of those political theories that said this was it, we are already learning that it wasn’t, and we start to think of new possibilities and new ways of achieving a better place, to balance the check if you will. United States, Argentine, Greece, and many other countries were people thought they achieved their best of their capacities are staring to see the renewal of old ideas flourished with new colors, new proposals and new attempts that, even when they could be doomed to fail, stress-out that every sense of order have an expiration date. In that sense, if we think of every little thing supposed to be finished, we see the same result over and over: deterioration, change, and then, new beginnings. That’s why we have so many movements within artistic creations; in painting, in music, in literature, each of them grasping the ideals of the different periods they were part of and, at the same time, opening doors for new attempts after their deterioration.

Leaving aside this idea of deterioration, let us just think in change by itself. Better yet, let’s think in deterioration, but of “order”, which opens the possibility of new (incomplete) forms of chaos. The fact of the matter is that order is finite, like everything, which is why I have problems with such concepts as “eternity”. Nothing lasts forever. So, if we think of an infinite order as something “eternal”, we will find the impossibility of new forms of creation, the end of a “devenir”. If everything is neat and in order, if everything is already established and already written, then there’s nothing more to do: everything is done. That is precisely the idea that scares the shit out of me, especially when we live in the world that we live, in the days that we live. A world where everything is done nullifies my “agency”, my capacity of action. A world where there’s nothing to be done is a place where I cannot feel alive.

That’s the reason why I love chaos. That doesn’t mean that I suggest an anarchy of the “survival of the strongest”, which will mean a different kind of chaos where destruction is the only possibility, the annihilation of creativity. I do suggest the disorder of an order which renounces to be fixed, to be eternal, an order full of cycles that echoes every living thing. I search for that chaos every day. I live that chaos.

Now, let’s embrace it!