Monday, July 26, 2010

La loca “cómica”

La verdad es que en Puerto Rico las cosas se dan más lento que una tortuga. No todas, pero la gran mayoría. Y no es que eso no pase en otros lados, ya que a la gente, por lo general, no le gustan los cambios. De hecho, yo soy de los que cree en poner un grano de arena y esperar que se den los cambios que queremos para las generaciones venideras, aun cuando nosotros no las veamos en vida. Así es que se han dado los grandes cambios de justicia social en la historia. La independencia de los pueblos (en general y no la de uno en específico), el sufragio femenino y el cambio del rol de la mujer (que todavía necesita seguir cambiando hasta lograr la igualdad), la abolición de la esclavitud y el fin de la segregación, el reconocimiento de los derechos humanos de los homosexuales (que también tiene un largo trecho por recorrer), son algunos ejemplos de cambios que se han dado poco a poco y con mucha sangre de por medio, pero gracias a esas luchas hoy hay un presidente mulato en Estados Unidos, matrimonio homosexual legal en países como Argentina y España, y así, muchos otros logros que, contrariando a los gritos de protesta por parte de los sectores conservadores, han logrado que seamos más libres, más justos, y más respetuosos de la diferencia (o tratemos de serlo).

Por esto fue con sorpresa y desagrado que mientras cambiaba canales de televisión los otros días, me topé con un personaje que, aun sin saber su nombre, conozco su ofensa. Era una “loca”, como le dicen acá a los homosexuales, entre broma y nombre que raya en lo peyorativo. El personaje tenía un pañuelo en la cabeza como si fuera Minga o Petraca, chanclas, una camiseta hecha un nudo y que subía más allá de la barriga, y unos pantalones cortos. Sus gestos era exageradamente amanerados, y era en eso que pretendía provocar risa. Hacía cosas como pegarles las nalgas a un “bandido” que los asaltaba, y darle bofetadas mientras gritaba “¡atrevido!” (en voz exageradamente afeminada) una vez se dio cuenta era un vecino (si entendí la “temática”). La idea del “sketch” (si podemos llamarle como tal) era el reírnos de la loca, subrayado con el peso (¿?) de las usuales risas forzadas que dan la señal al público de cuándo reírse, que esto o aquello es chistoso.

Me pregunto yo -y creo que es hora de todos preguntarnos- ¿qué es exactamente lo chistoso? Y es que a todas luces este tipo de comedia no se basa en reírse de los eventos, sino del personaje, y ya que el personaje es loca, pues reírse de la loca o su sucesiva comuna de adjetivos (pato, maricón, mariposa…en una sociedad macharrana las palabras para denigrar o mofarse del homosexual no son agua en el desierto). Se supone que aun ese miembro de nuestra sociedad (hermanos, primos, hijos, amigos) sea objeto de moja, de caricatura, de humillación, y al ver que todavía los programas locales usan ese tipo de comedia imagino que son muchos los seguidores. Mientras en muchos países el homosexual es un personaje serio, miembro de la comunidad, en perfecta calibración con la realidad y con la idea de aceptar y no odiar la diferencia, nosotros estamos estancados todavía con Guille, la loca de la televisión puertorriqueña de los 80 que tenia una radio rosa, bailaba “Ese ritmo se baila así” de Chayanne, y se hacía el playboy cuando llegaba el macho heterosexual a la casa. Es también el mismo modelo de un Vitín, también de los 80, quien, aunque no era famoso por ser afeminado, si estaba loco por “enseñar la espalda.” Sí, ese sigue siendo el modelo a seguir en Puerto Rico, treinta años después. Da mucho que desear cuando comparamos con programación televisiva de otros lugares o en sus filmes. En Estados Unidos un personaje gay ya es tan de uso común que a veces resulta cliché, en Argentina se tratan los romances con la mayor seriedad (el programa con mayor éxito ahora mismo, Botineras, cuenta con dos protagonistas futboleros gay), y en otros países de occidente el personaje homosexual no es objeto de broma, pero símbolo de lo que todos somos, seres humanos. Se trata de otro personaje más del cual nos podemos hasta reír, pero no por ser loca, sino por lo que le pase o lo que diga, ya no tanto como caricatura, sino porque lo que dice es cómico, como igual podría ser cómico en cualquier otro personaje. Sin embargo, aquí seguimos estancados con el mofarnos de la loca, o sea, seguimos en las mismas. ¿Qué nos dice esto como pueblo?

Y no es que yo quiera entrar en la diatriba de que en Puerto Rico somos lo peor y el complejo de que en otros lugares se hace mejor. De hecho, muchos otros países, por no decir la mayoría, siguen en esa línea. Sin embargo, ya es hora de empezar a madurar. Cada uno de nosotros, o conoce o quiere a un homosexual. Son nuestros amigos, antiguos compañeros de clase, nuestros vecinos, nuestros hermanos o hermanas, nuestros primos, nuestros hijos, nuestros tíos, son gente que tienen rostro, que sienten y padecen, que se enamoran y se desenamoran, que ríen y lloran, como todo el mundo. Entonces, ¿por qué reírnos? ¿O acaso los macharranes y conservadores (no solo hombres caen en esta categoría), locos por alzar su dedo, no conocen a nadie que sea homosexual, o en términos generales, diferentes? El que diga eso, o se miente, o le mienten, o quiere mentirse. Y, ¿quién les da derecho a juzgar y/o mofarse? ¿Sus creencias? ¿Su dios? ¿Acaso ellas definen a quién se debe odiar y rechazar (y subrayo que el rechazo es unn forma de odiar la diferencia, para aquellos que quieran citar algún pasaje de la Biblia. A esos les pregunto, ¿no se basa su religión en amar al prójimo?)? Yo estoy seguro que en algún momento cada uno de ellos ha sido objeto de moja y burla, por más normal que se crea. Entonces, ¿quieres extender ese sentimiento de rechazo cuando hasta cuando en tus comportamientos más “normales” has sido objeto de moja? Recuerden eso cuando quieran mofarse de alguien por que es “raro”.

Todas estas preguntas pretenden comenzar una discusión seria del tema y dejar la mofa atrás. No se trata de que seamos anormales o machistas en esta isla, sino de que tenemos que aceptarnos como comunidad, y eso incluye a todos nuestros miembros. Apliquemos eso que dicen de amar al prójimo y comencemos a hacerlo. Quizás entonces, la loca no sea más objeto de burla sino, como ya es en muchos programas y filmes, uno más en el grupo, con sus particularidades que le hacen singulares, como cada uno de nosotros tenemos las nuestras.

Saturday, July 17, 2010

Los juegos…

¡Pero que clase de cojones! El simulacro de gobierno ha llamado y pretendido que se respete una tregua a la protesta en contra de las políticas del gobierno mientras transcurren los juegos centroamericanos (sin Cuba). Según ellos, se trata de un evento deportivo, de respetar a los atletas y sus esfuerzos por representarnos, y de mostrar al mundo lo “civilizados que somos”. Los medios, que han sido críticos del gobierno en el pasado motín y en el momento que les cerraron las gradas en el capitolio, repentinamente, se han hecho eco de ese llamado del gobierno. El nuevo día dijo en editorial que no es hora de protestas. Santini dijo que la insistencia en manifestarse es politiquera y terca (lo dice uno de los más politiqueros y tercos del país… ¡él sabe!) Los medios televisivos han puesto la noticia del evento por encima de cualquier otra noticia que pase en el país. Dentro de esa lógica se pretende silenciar al clamor de la gente porque “es hora del deporte”, como si todo lo que sucede en la isla también pausara por los eventos deportivos.

La excusa del gobierno y los medios es “el respeto por el esfuerzo atlético”. ¿En serio? O sea, ¿en serio?? No me jodan. ¿De cuándo acá el gobierno en esta isla apoya a los deportes o, a los deportistas? Todo el mundo sabe que aquí el deporte, como las artes, son considerados un hobby. Y ahora, de la nada, ¿apoyan a los deportistas? No me jodan. Aquí lo que hay por parte del gobierno es un intento por tirar una bomba de humo que distraiga a la gente del motín en el capitolio, la huelga de la UPR, el 17% de desempleo, el despilfarro de dinero de los legisladores, el abuso de poder de los mismos, los casos de corrupción que el presidente del senado quiere encubrir, el alza en el crimen, el querer reescribir la ley para acabar con los karsos, los soldados con rifles largos en Mayaguez, las cámaras donde loes estudiantes protestan, etc. De nuevo el gobierno traza paralelos con dictadores del pasado. En Argentina se usó la copa mundial del 78 para entretener a un país y al mundo mientras gente era torturada en las cloacas del país. En Alemania se usaron las olimpiadas del 36 como símbolo de orgullo nacional y de levantar ese espíritu nazi de que eran ellos la raza superior con derecho a reconstruir a Europa. En Estados Unidos, América latina y Europa, los deportes son utilizados para entretener y alejar a la gente de las duras realidades de las que son parte. En otras palabras, usar el deporte como cortina de humo es de uso común. Ahora, mandar a callar en nombre del deporte cuando un país entero vive uno de sus peores momentos, eso es otra cosa.

El interés de la media no necesariamente coincide con el interés del gobierno, aunque sí intenta silenciar las protestas, como bien indica ese editorial del periódico de mayor rotación. Y es que, pues, hay que tratar de asegurar la inversión privada en el evento y que recuperen su inversión con ganancia. No se trata de que “no es momento”, digan las cosas como son. ¿Cómo era momento la semana pasada y ahora tenemos que hacer chitón? Sé que mucha gente está loca y/o prefiere ver si ganamos algo antes de seguir hablando lo mismo de siempre, pero el descontento de un pueblo no se puede tapar solo por eso y asumir una actitud de “aquí no pasa nada”. De hecho, las manifestaciones, en un momento en que los ojos de muchos países están enfocados en la isla, son tremenda oportunidad para ejercer presión al gobierno y hacernos escuchar. De igual forma, la protesta y manifestación pueden ser utilizados como instrumentos de presión al gobierno cuando hay tanto interés privado envuelto. ¿De qué vale protestar si la protesta no ejerce presión alguna al gobierno? ¿Cómo van a escucharnos si solo nos quejamos y usamos la democracia cuando a ellos no les afecta? De hecho, me preocupa que hay tanta regla establecida con la policía y tanta gente encargada de “mantener el orden” (como si en este país existiera tal cosa….. ¿por cuánto van los asesinatos ya?).

Si queremos que nos escuchen, este domingo y a lo largo del evento deportivo, hay que dejar saber al gobierno que aquí sí pasa algo, y que no vamos a callarnos hasta que comiencen a respetar al pueblo que los eligió. Al final del día, si eso pasa, podremos sumar otra victoria a las que hayan logrado los deportistas del país, que sudarán por representarnos en el único momento que el gobierno les presta atención.

Tuesday, July 13, 2010

Morder la mano que te da de comer

Qué bonito es regresar a la tierra que me vio nacer y encontrar que, cuatro años más tarde, la gente sigue repitiendo la misma ñoña. Los otros días me di de frente con un comentario que intentaba desafiarme y poner en ridículo mis posturas en contra de la política estadounidense. Vamos a ver, yo mencionaba que la universidad a la que pertenezco me pagaba mi próxima sabática en Argentina cuando mi querida tía me cuestionó el por qué criticaba tanto a Estados Unidos, que eso era morder la mano que me daba de comer…esto, mientras mi padre instigaba a que me dijera más (de cheerleader para “ponerme en mi sitio”). A esta pregunta contesté un desafiante “y lo seguiré haciendo”, y traté entonces de explicar los pormenores de mi situación, en específico, que yo no le debo dinero a los Estados Unidos y que yo estaba allí por ciertas situaciones y condiciones. Pero eso no es lo que me molesta del comentario sino más bien la idea que uno, en el nombre de ser agradecido, debe bajar la cabeza, decir gracias, y hacerse el ciego de cualquier cosa que de el que otorga. Sabemos que cuando hablamos de esta situación sería el amo, ¿no? Y su servidor…bueno, así tenían que hacer los esclavos, ¿no? Bajar la cabeza, decir gracias, y servir porque uno es agradecido. Hacerse ciego de que ellos vivían en la gran casa y los esclavos en la parte de atrás, donde nadie los viera. Ahora el “amo”, nuestro dueño y señor, es el Tío Sam, a los que la mayoría en esta isla postran sus rodillas, y a él debemos agradecer nuestra bendecida existencia (menos el 17% de desempleo, la violencia, el crimen, las drogas…esas se las achacamos a los populares). Siguiendo esa lógica, debemos ser ciegos al que nos da algo y “no morder la mano del que nos da de comer”, o al menos eso parecía ser el mensaje. ¡Que malagradecido yo que me atrevo a cuestionar a los Estados Unidos! Y eso sigue la vieja lógica de siempre; ¡Qué malagradecidos aquellos boricuas que critican la benefactora bondad de los Estados Unidos! Así de colonizados estamos.

Sí mi gente, este es el dolor que siempre me da desde que mis estadías en la isla se basan en ires y venires. Y es que el colonialismo no se queda en la estúpida situación del status, sino que va más allá. La colonización de Estados Unidos con Puerto Rico es la peor de todas: la colonización de su espíritu (escencia, alma, etc.). La gente quiere imitar a los gringos, los consideran un modelo a seguir, se sienten agradecidos de las migajas que nos tiran, y critican al que se atreva a criticarlos, como es mi caso. ¿Cómo es que somos tan mal agradecidos si gracias a Estados Unidos…? ¡Gracias a Estados Unidos qué!? Vamos a dejar de repetir cosas y regresemos a la historia. Estados Unidos nos invadió, tal como hizo España antes de ellos. Botines de guerra o no, y más allá del pajazo de “Seva”, no hubo mucha resistencia. ¿Por qué? Porque mucha gente pensaba que, como se trataba del “land of the free”, olvídate que nos daban la libertad a nosotros, al igual que a Cuba. A ellos, los cubanos, se la dieron entre comillas, como al resto de Latinoamérica. Y es que entre los acuerdos logrados estaba claro que si los cubanos elegían a un gobierno que a los gringos no le gustara, pues nacarile del oriente porque ellos se reservaban el derecho de invasión. La isla grande quedó de alfombra de los gringos, específicamente de las empresas y la inversión privada. Y hasta de la mafia, cosa que los amantes de Hollywood pueden corroborar en la secuela de “Godfather”. Y luego la gente se pregunta cómo muchos favorecieron a la revolución cubana y al ascenso de Fidel al poder. El derecho a invasión lo retuvieron e intentaron invadir tras bastidores durante la administración de Kennedy, pero me estoy desviando. En Puerto Rico, el país de la libertad nos dejó 50 años en la miseria. Si no me creen, refiéranse al “Lamento borincano” de Rafael Hernández y toda esa cultura. Lean los periódicos de la época y vean cuantos murieron de hambre. De hecho, la lucha por la libertad, que había cesado por pensarse que el país de la libertad nos la daría, retornó de forma convincente y con facciones violentas como Albizu. ¿Para qué hundirnos en ese barco? No fue hasta que un puertorriqueño diseñó un plan de desarrollo bajo el estatus colonial que ese engendro llamado Estado Libre Asociado dio ciertos frutos. En otras palabras, no fue la obra y gracia gringa, y tampoco fue que nos colmaron de riquezas. Y es que a la gente se le olvida que la idea de la colonización no es dar al colonizado, sino explotarlo. Tampoco entienden que la forma de Estados Unidos lograrlo es tratar de pintar la capota, como quien dice, maquillarla. Así, bajo ese engendro, se construyó una economía basada en inversiones privadas que reducirían la isla a ese ciclo mientras pareciera que éramos un país tan desarrollado. Detrás de eso estaba también el contexto de la guerra fría. Habiendo perdido a Cuba, era imprescindible que se viera a Puerto Rico como la isla “del progreso”, para evitar que otros países siguieran a Cuba en la absurda idea del Comunismo-leninista. No obstante, en ese maquillaje, se nos hizo creer que dependemos de ellos y que debemos ser agradecidos. Se nos olvida que todo el capital engendrado por las empresas privadas no es repartido en la isla, sino que lo regresan a los Estados Unidos, y luego, el colmo de la desfachatez, tenemos que comprarlas nuevamente. Y es mucho más complicado que eso, pero algunos, tan creyentes en ser agradecidos, olvidan que si Estados Unidos es una potencia no es por ser pendejos. Si fuéramos nosotros los que les quitamos tanto sin ellos quitarnos nada, hace rato que nos hubieran dejado solitos. Pero, no les interesa la anexión, como tampoco han hecho mucho por separarnos de su “gracia divina”.

Entonces, ¿qué es lo que se encuentra detrás del maquillaje? ¿Y qué detrás del maquillaje con el resto de los países latinos, con los que compartimos mucho más que con el país que queremos seguir de modelo? Pues, un modelo económico que garantiza la riqueza a dos o tres y mantiene al resto en la pobreza, a los indígenas en la marginación, al sistema sumido en corrupción. Un modelo del que todos deben estar de acuerdo, y hasta permitir bases en su tierra como pasa en Panamá y Colombia, entre otros. Un modelo que no permite disidencia, desde la censura a Venezuela, Ecuador y Bolivia, la crítica a Brazil por aliarse a estos países disidentes (how dare them?), hasta permitir dictaduras en Honduras, auspiciar golpes en Chile, Argentina, Brazil, Bolivia, y Uruguay, todo en nombre, no de la libertad, sino de los mejores intereses de ellos. Sí, de ellos, no de nosotros. A fin de cuenta, para ellos está reservado el nombre de “Americanos”, los demás somos su alfombrita.

¿Y cómo ser agradecido entonces? ¿Agradecido a qué? ¿A las migajas, si es que ese fuera el caso, si es que yo dependiera en realidad del dinero de los estadounidenses (y no de empresarios y empresas privadas que me pagan por ciertos acuerdos entre ellos)? Yo no puedo ser agradecido y taparme los ojos. No puedo renunciar a la crítica porque de eso se trata la libertad que tanto ellos pregonan pero no nos quieren dar, ni a nosotros ni al resto de los países latinos. Sería antiético dejar pasar por alto todos los atropellos en nombre de cualquier beneficio que yo goce, que dejo claro no los considero como tal. Es por eso que mi deber, como colonizado, como puertorriqueño, como latino, como humano y como creyente de la libertad de cada persona, es el de “morder la mano que me da de comer”, como se creen algunos. No será hasta que esa mano deje de morder, que yo deje de morder también….y ojalá que ellos mordieran tan solo con peras palabras como hago yo. Si así fuera, no habría tanta sangre de por medio.

Monday, July 05, 2010

Y al palo! Al palo es que ej…

Y al palo! Al palo es que ej…

Viendo las imágenes sobre el motín en el capitolio una y otra vez, recordaba aquella frase que cantaban Los sabrosos del merengue en los 90: Y al palo! Al palo es que ej! Y es que fácilmente podíamos hacer un mix de aquella muletilla entre el solo de la música merengue y las imágenes del pasado miércoles ya que al palo es que nos tienen y, cada vez que se le pregunta a la mayoría de los líderes del gobierno (excepto dos o tres con criterio propio como Vega Borges), pareciera que responden “al palo es que ej!”. Esa es su formula mágica para gobernar. Y a palo limpio vi como sacaron a la fuerza antiguos colegas y continuos amigos, mientras los legisladores miraban desde las ventanas y se reían, como se reía Rivera Schatz cuando regresó, alegando que “ya se fueron los revoltosos”.

No es de extrañar entonces que muchos ya colmen sus adjetivos para el gobierno y sus líderes como fascistas, dictadores, antidemocráticos. Tampoco es de extrañar que se asocie al gobernador con el dictador derechista de Chile Augusto Pinochet (esperemos que no llegue a eso o pronto dejaré de poder escribir estas líneas) o con la fácil y recurrente imagen de Hitler. Y es que la política del gobierno ha sido la de utilizar la fuerza en contra de la disidencia, o, el palo. Más asco no podía sentir al ver a Fortuño justificar los actos violentos porque dis que los manifestantes querían apoderarse del capitolio a la fuerza, que tenían piedras y gases pimientas en las mochilas, y que él tenía que defender la democracia. El gobernador fue más allá al decir que la gente de allí eran “socialistas”, una minoría que, aunque tiene derecho a manifestarse, tiene que respetar la ley. Dejando por el lado de que esto son mentiras, ya que la toma del capitolio era simbólica y, por tanto, pacífica, al igual que los gases y las piedras solo fueron utilizadas una vez comenzó la represión por parte del gobierno (el empleado del capitolio) y la policía, las inconsistencias del discurso del gobernador me hacen preguntar; ¿qué clase de democracia se defiende con uso de fuerza bruta y excesiva en contra de aquellos que se oponen o critican al gobierno? ¿Cómo se define la democracia cuando se niega el paso a la casa de la leyes y en donde las mismas se hacen a puertas cerradas? ¿Qué es la ley y cómo respetarla en un país democrático cuando las mismas son aprobadas por los mismos que nos roban a puertas cerradas y palo para el que no le guste?

La insistencia en “respetar la ley” es la que ha hecho que mucha gente defienda la postura del gobierno. He escuchado a muchos justificar el motín porque, supuestamente, los estudiantes provocaron a los policías. Entre las justificaciones de la gente, y que son parte de lo que ha dicho el gobernador, el presidente del senado, y Roberto Arango, quien nos recordó los tiempos del cerro maravilla cuando tildó de “héroes” a los policías que abusaron de su poder, se encuentran las de que los estudiantes habían anunciado de antemano apoderarse del capitolio (que ya mencioné era simbólico y se basaba en leer unos reclamos sentados pacíficamente en el suelo), que provocaron con insultos e improperios, que lo que querían era obstaculizar los procesos legislativos, y que no representan a la mayoría del pueblo. De hecho, es este concepto de “la mayoría” del que se amparan los miembros del PNP cada vez que son cuestionados, como si la abrumadora victoria electoral diera permiso a pisotear toda crítica y disidencia. De ser así, ¿cuál es la supuesta democracia que supuestamente defiende Fortuño? ¿La de los que piensan como ellos? ¿Y qué con los demás? ¿Al palo? Eso apesta a dictadura y no a democracia. De hecho, el mentado Hitler llegó al poder por el apoyo de “la mayoría”, al igual que otros dictadores que fueron impuestos mediante golpes de estado. Tanto Pinochet como Videla en Argentina, tenían en apoyo substancial de una gran parte de la población y, como el gobernador ahora, se amparaban en mantener la ley, el control y dispersar los agentes del caos. De hecho, Fortuño reafirmó su postura días más tardes, al decir que iba a ser más fuerte contra sectores socialistas que quieren sembrar el caos, entiéndase, van a usar más palo y fuerza contra los disidentes en nombre de la “paz”, la ley y el orden (al igual que los últimos dos dictadores mencionados). Tampoco se aleja mucho de esa visión cuando pide asesoría a la policía de Nueva York, cuyo esfuerzo mantiene una línea de ofensiva contra la insatisfacción del pueblo y un intento por limpiarse la cara con una estrategia de relaciones públicas para que parezca que lo que sucedió el miércoles no va a volver a ocurrir. Este es un cuerpo policíaco con un historial de violaciones de derechos civiles y que forma parte de un país (Estados Unidos) donde las protestas son raras y las luchas son también suprimidas por fuerzas policíacas embriagadas de poder. No obstante, cualquiera que recuerde los pasos del gobierno desde el día número uno debe tener muy claro que ese llamado fue una estrategia de última hora para atender el mal sabor que dejó en la boca a los seguidores del PNP que no se tragaron las excusas para usar la fuerza.
Que quede claro, es un aguaje. Desde el primer día el gobernador ha sido enfático en su política violenta y represiva. Escudándose con su carita de nene bueno (por la que la gente sigue diciéndole Flojuño aun cuando ha demostrado ser tan hijo de puta como los gobernadores más violentos de nuestra historia), nombró a Figueroa Sancha de superintendente, cuyo historial de uso de la fuerza contra protestas y la prensa era su más notable mancha. Desde ese momento, se dictó que la política iba a ser impuesta y respetada (en nombre de la ley) y si no, al palo. Al palo trataron a estudiantes en la Avenida Universidad, al palo se trató a los manifestantes en la huelga de la Universidad de Puerto Rico, al palo (y tasers) a los que querían irrumpir en su actividad de millonarios en Plaza las Américas, al palo cuando se utilizó a la guardia nacional en algunos de estos excesos de fuerza (imágenes de soldados con armas largas supervisando, como en las dictaduras militares). De igual forma, se firmó aquella ley que daba al gobernador autoridad para utilizar a dicho cuerpo en caso de disturbios, tal como hacen los dictadores, augurando que iba a haber resistencia del pueblo para una agenda que sigue dejando a la gente en la calle mientras los desarrolladores, políticos y millonarios siguen derrochando nuestros recursos. Esa postura va a continuar y el hecho de que Fortuño no se haya retractado de lo que dijo la pasada semana subraya que la “asesoría” del cuerpo policiaco neoyorquino no se trata de una forma de atender de manera civilizada a las futuras protestas. Para el gobernador nada ha cambiado, todo disidente es un agente del caos y la colaboración de la policía exterior es solo un instrumento más para lidiar con ella, no para escucharla ni atenderla, como se debe hacer en una democracia. La forma en que el mandatario insiste en aminorar el descontento popular amparándose en el concepto de “mayoría”, y de acusar de populares y/o socialistas al que no le guste, es también un intento por desacreditar la voz de un sector que forma parte del pueblo y que en una democracia debe ser escuchado y atendido, más allá de victorias electorales. De igual manera, todo aquel que compare lo que ocurrió en el capitolio con el motín en el juego de baloncesto de Arecibo (toma oído prensa…haz las preguntas pertinentes y deja de mear fuera del hoyo) minoriza el descontento de un pueblo contra su gobierno y lo equipara con unos malos perdedores, que es lo mismo que decir que cualquiera que proteste “no es parte de la mayoría” (los que ganaron).

Esa reducción de la crítica y la protesta no es aceptable en una democracia. Los líderes elegidos por la vía electoral en una democracia representativa (obviando aquí cuan real es esto en el sistema electoral imperante) se hacen líderes del pueblo entero y no solo de aquellos que prestaron su voto, y para ese pueblo entero debe gobernar. De lo contario, el gobierno deja de representar a su pueblo y, por tanto y en una verdadera democracia, debe ser revocado como representante del mismo. Es precisamente esa idea la que atemoriza al gobierno de turno y la que los obliga a disminuir la validez de cualquier protesta mientras siguen su agenda de favorecerse entre ellos y sus amigachos. Es ese miedo el que estimula a usar el palo (cualquier metáfora de doble sentido también puede ser utilizada, es la misma idea…la de un pueblo que nos va clavando) para aquel que proteste; dejar claro quién tiene la fuerza y que aquel que pretenda cuestionarla va a ser sujeto a la misma.

Sin embargo, si el gobierno insiste, como deja claro que pretende hacerlo, en dicha política, ese miedo debe hacerse realidad de una forma u otra. Y es que si no se toman en cuenta a las voces que componen una sociedad, el gobierno deja de ser democrático, punto. Si permitimos que eso suceda y lo justificamos, estamos dejando que esto se torne descaradamente en una dictadura (que conste, mucha gente apoya a los dictadores en la misma, no crean que se trata de gente que tiene que decir que sí y ya…todavía hay muchos que apoyan a las dictaduras en Grecia, España, Chile y Argentina). Si en realidad creemos en una sociedad democrática, cada voz debe ser respetada. De lo contrario, los gobiernos deben ser sustituidos, ya sea mediante instrumentos judiciales que defiendan la constitución, la revocación electoral (que requiere de una madurez política que supere el partidismo tradicional de rojos, azules y verdes), u otras vías que reten al palo y dejen claro que por más que traten de silenciarnos, vamos a seguir clamando por los derechos que nos otorga el imaginario de la democracia. Solo así, los gobernantes dejarán de servirse del pueblo y comenzarán a servir al pueblo. Solo así, podremos tener fe en nuestro gobierno y en nosotros mismos, como parte de ese otro imaginario que se llama Puerto Rico y del que TODOS formamos parte.