Friday, April 03, 2015

Getsemaní


Camilo Sesto es uno de esos gustos heredados de los padres que tuvo que madurar en mí. Ellos me amamantaron con esa música que yo odiaba de niño y de adolecente por ser tan soberanamente cursi, sin decir passé, pero uno crece y pues una mezcla de nostalgia y de cursilería cambia el lado de la moneda y gustos que se odiaban se suman al museo mientras cosas que uno escuchaba de niño se tiran a la basura. Aun así, no es que me gusten todas las canciones del cantante pop español de los 70 y 80, pero las que me gustan son para cantarlas esgalillao’, con humo de fondo y si hay que sacar el cadenón se saca.

Una de mis canciones favoritas de Camilo Sesto es “Getsemaní”. La canción forma parte de su disco sobre “Jesucristo Superstar”, tú sabes, ese intento de llevar la vida del mesías de muchos a Broadway. Esa canción, cuyo subnombre es “oración del huerto”, retrata el momento en el monte donde se espera el llamado fin de la profesía, o sea, la muerte. Todo elemento de la canción forma parte del espectáculo, desde los cambios de tempo en la música hasta la forma de interpretar la canción. Camilo actúa dentro de ella y se puede percibir el dolor de un hombre atormentado que sabe lo que se le viene encima pero aun así quiere confirmarlo todo en su oración una última vez:
“Si he de morir que se cumpla todo
Dime si mi vida con la muerte he de cumplir.”
Ya en esas líneas se propone una duda. ¿Estamos seguros de que no hay otra forma? De hecho, luego añade:
“Quiero saber Señor con morir qué voy a conseguir.
Dime porque quieres que me claven en su cruz.
Me enseñaste el como, el cuando pero no el porqué.”
En esa oración de un hombre frente a su muerte no solo se propone una duda, sino se cuestiona “por qué quieres que me claven en su cruz”. De nuevo, ¿no hay otra forma? Y luego se cuestiona la profesía, se sabía todo menos la razón, una razón que nunca se puede justificar con clara coherencia aun ante el más creyente, aun cuando celebren y consideren necesario esa muerte y agradezcan el “sacrificio” del cordero por los pecados de vaya usted a saber.

Lo que me fascina de la canción es que muestra a un hombre, no un mesías, no un dios ni hijo de Dios, sino un hombre que sufre, que padece, que duda, que cuestiona a su dios. Duelen sus palabras, y su dolor se trasmite cuando dice:
“Yo tenía fe cuando comencé.
Ahora estoy triste y cansado
Mi camino de tres años me parece que son 30”.
Se trata de un dolor que cansa por el peso de lo que se espera, nada más y nada menos que ser aquel en que muchas personas cifrarán sus esperanzas. Separemos eso de la idea religiosa y la canción nos conecta inmediatamente con la presión que uno siente al vivir por ser humano, por ser hombre o mujer e interpretar el papel que se espera de esa persona: padre, madre, hijo, hombre, mujer, familia, raza, cultura, empleado, etc. Tarde o temprano se va a estar triste y cansado y se va a cuestionar el por qué de todo.

Como mencionara anteriormente, la música acompaña ese sufrimiento cambiando de tiempos en varias ocaciones y hasta se lanza a un vacío sicódelico setentoso cuando en la letra se implora a gritos “cuando muera, por favor, mira mi muerte!” Ese vacío musical es el vacío del final, del caer, del clamar que la vida haya servido para algo. Vivir no tiene sentido si uno no puede gritar su muerte en el salto final.

En todo ese dolor de la canción se desnuda al hombre de toda religión y se muestra a un hombre de carne y hueso en su dolor de estar vivo y de saberse muerto, porque vivir es saber que en algún momento viene el momento de morir, de exaltar esa muerte entre madera para recalcar lo que se fue, lo que se quizo ser, lo que será en la memoria. Es en esa conección que la canción pasa de ser la historia de Getsemaní a ser la historia de cada uno de nosotros, es ahí que pasa a ser la canción de nuestra duda, del dolor de estar vivos, del cuestionar el fin y del gritar la muerte para reclamar la vida vivida.

https://www.youtube.com/watch?v=zvRWT-9UXTQ

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