Monday, February 13, 2012

Las múltiples identidades II:

…Y qué dice eso de mi? De mí, que soy producto del Dr. Frankestein también, asomado por mil rostros difusos que se hacen pasar por rostros, que se hacen pasar por identidades. Dice muchas cosas. Si cada uno es marcado por el lugar en dónde vive, sus circunstancias y sus experiencias, como creo que es el caso, cada boricua debe cargar con las múltiples identidades a flor de piel. En mi caso, esa multiplicidad se multiplica al cuadrado hasta volverse casi esquizofrénica.

En primer lugar, viniendo de familia estadista, alguna última patada de una moda piti-yanquista le dio a mis padres por nombrar a sus hijos con nombres anglosajones en una isla de habla hispana (en continua mutación). Así, me pusieron David pero pronunciado al inglés, “Deivid”. Pues “Deivid” se las vio negras diciéndole a la gente que su nombre no era David, como se pronuncia en español, sino, bueno, ya saben. Así que llegada su pre-adolescencia dijo “al carajo” y comenzó a acuñar el nombre que le tocaba en castellano. Y resultó que sus amigos y las personas de por ahí le llamaban David en español, y en su casa y su familia le llamaba David, en inglés. Ya a finales de la adolescencia mis padres encararon mi primera dualidad evidente cuando algunos amigos de la escuela superior llamaban por teléfono a preguntar por David, en español, a lo que respondían con sarcasmo y parodiando el nombre en castellano, de igual forma que parodiaban el nombre en inglés los otros. Recuerdo que una noche mi madre me encaró con la pregunta de por qué permitía semejante desvarío, o desvarío semejante, a lo que contesté que si ella tanto quería que me llamaran David, como se dice en “inglich”, en una isla de habla hispana, en vez de David me hubieran bautizado DEIVID. Silencio.

Y así resultó que mis amigos me llaman David, y mi familia sigue con “Deivid”….cosa que no tuvo grandes contratiempos hasta que me mudé a los Estados Unidos. Dado que en este país sí se habla inglés, pues decidí dejar atrás el exotismo de hacerme llamar David en español y hasta me atreví a poner en mi celular que dejen un mensaje a David, en anglosajón. Todavía es la hora que amigos me reclaman paródicamente y con el mismo sarcasmo de mis padres hace unos años, pero esta vez con esa malicia que pretende sugerir que he vendido mi identidad por querer pasar por gringo, cosa que con mi color de piel jamás y nunca va a pasar y que no me interesa. Lo mejor de dos mundos…. Sí Pepé. Este vaivén de los dos idiomas es una jodienda, y más cuando esa es una de las herramientas principales para construir el concepto de nacionalidad.

No acaba ahí, es más, ¡ya quisiera yo! En plena guerra fría a mis padres se les ocurrió eso de llamarme Iván como segundo nombre, por eso de heredar el nombre del Padre. Y nos jodimos, o me jodí, con otro nombre bíblico (Juan) ¡pero en cabrón ruso! O sea, un nombre anglosajón y asociado con los yanquis en la isla junto a un nombre ruso! Esa se la debo a mi abuela que le dio por llamar a mi padre de esa forma, si más recuerdo por un hermano que tuvo y murió de niño. Pero claro, para aquel tiempo no había guerra fría y esas connotaciones políticas no pasaron por la cabeza de mi abuela cuando explotó la guerra de tal nombre en una colonia estadounidense. Lo que le importaba era la tradición de seguir pasándonos los mismos nombres por eso de honrar a nuestros antepasados. Cool…!pero sigue habiendo un mundo ahí fuera! Claro, mi padre solo lleva el nombre ruso y no compartía a la Guerra Fría en sus dos nombres…no tenía un nombre gringo-judío por un lado, y otro ruso-judío por el otro.

Entonces…mi apellido: Gregory. O sea, mi apellido que hace más veces de nombre que de apellido, y que viene de una isla que fue italiana cuando surgió el “Gregori” y ahora es francesa (Córcega), pero que se regó mucho por el mundo anglosajón y que de hispano suena a tres carajos, pero cool, ¿quién quiere ser otro Ramos o Rodríguez, no (con mis disculpas)? Pero como para colmo ese apellido es más común como nombre, no se imaginan la cantidad de veces en que me han preguntado mi apellido y al contestar me vuelven a preguntar el apellido. Siempre he pensado que de llegar a tener un hijo, la peor broma que le puedo gastar es llamarlo Gregory. ¡¿Se imaginan?! … ¿Nombre? Gregory. ¿Apellido? Gregory. Dije Apellido. Gregory. ¿Y el nombre?

Y los latinos tenemos este respeto por el apellido materno que es verdaderamente hipócrita porque igual termina por borrarse tarde o temprano, pero al menos se les pasa a los hijos. Nunca he entendido bien cómo son los latinos los que tenemos famas de machos y machistas pero son los anglosajones los que pasan solamente su primer apellido. Eso significa que en el minuto que decidí irme a Estados Unidos, Gregory dejó de ser mi apellido para convertirse en… ¡¿Qué carajos!? ¿¿¿Tercer nombre??? No se imaginan las miles de veces que mi estudiantes me llamaban Profesor Negrón, que es mi segundo apellido, ni las miles de cartas que he recibido con eso de David Negrón….o sea, who the fuck is that?! Y a veces hasta he recibido cartas con eso de David Negro… porque se les acabó el espacio o la tinta para la última n o el acento. Bendita cosa que soy el Prof. Negro. Y no que me de vergüenza, pero suena raro en un país donde esa palabra ofende a muchos. Y ni hablar cuando me han llamado de David Negroni, porque al parecer eso de Negrón suena, no sé, ¿muy Negro?

Sumemos a eso las nacionalidades. En Puerto Rico siempre me hacían y hacen sentir como árabe. En Italia pensaban que era no sé de qué parte de Italia. En Madrid los españoles de otros lados me pedían direcciones…solo para decirles con mi acento caribeño que no tenía puta idea. En Francia me hablaban inglés después de ver mi pasaporte gringo o de escuchar mi terrible pronunciación de la palabra más sencilla del mundo; “eau” (agua). En Argentina decían que podía pasar como argentino morocho. En Chile….se daban cuenta que no era chileno cuando empezaba a preguntar los significados de las miles de palabras peculiares del lugar más arrinconado del mundo. En Estados Unidos me llegaron a preguntar que si yo era de Brasil….nada más y nada menos que por Paulo Lins , escritor de la novela que dio vida a “Cidade de Deus” o sea, ¡un brasileiro! ….pero aun así no puedo entrar sin visa a Brasil por el cabrón pasaporte…. ¿y en Cuba? En Cuba me tuvieron esperando veinte minutos paseándose el pasaporte de soldado a soldado mientras me miraban con recelo….éste cara de gringo no tiene.

Y así por el estilo. Cuando estaba en la escuela superior me llamaban el santurceño porque nací en ese barrio de San Juan. Y si me pongo a nombrar la fila de nombres que me dieron en la escuela no acabo….Goofy porque les parecía bobolón, y bobolón también. También me llegaron a llamar Boofy…una mutación del Goofy mezclado con bufón, y Bufón también. Luego “Cookie-Monster”, insecto, apestao’…en fin, miles y miles de nombres a los que responder. Y algunos me llaman por mi apellido, y algunos por alguno de mis nombres, y yo me llamo de una forma en ciertos momentos, de otros en otras. Y me han dicho que tengo muchas personalidades y muchos personajes, y que debí haber sido actor. Y me han dicho que mis “mood-swings” van del cielo a la tierra, y así por el estilo, en la eterna definición del ser que se basa mucho en el otro.

Yo: David, Deivid, Gregory, y mis múltiples personalidades. Yo: puertorro, gringo, argentino, italiano, gallego, brasileiro, chileno, árabe. Yo: otro boricua más, una mezcla de indefiniciones. Yo: otro ser humano más.

No comments: