Sunday, July 15, 2012

Eulogy



This one is for my sister.

So long. We’ll miss her…..we already do.


Pero esta va en español también porque casi todos los que no conocen ese idioma, no la conocieron tampoco. Y ¿qué decir? Tuve que poner en pausa nuevas escrituras porque a mi hermana lo tocó abandonarnos así como si nada. Y aun no estoy seguro si ponchó antes de que yo pudiera decirle mis últimas palabras….y por si las dudas las digo aquí y para ella.

Pero, ¿qué decir? Su vida no fue fácil. Desde que recuerdo tuvo asma. Yo era asmático cuando niño también, pero algo de tener acné hizo que se me fuera pa’l carajo al igual que a mi padre. Ese no fue el caso de Jamie. Yo nunca fui hospitalizado. Ella siempre estaba hospitalizada. Y cada vez más, y más, y más….y cuando se murió mi madre aun más, hasta el punto que en los últimos dos años pasaba la mitad de ellos en el hospital y la otra libre, con sus hijos (como en su último fin de semana con vida). Hay que sumarle a eso el diabetes, enfermedad que según mi padre le fue diagnosticada a sus 14 años y que con los medicamentos “hard-core” del asma se descontrolaba como arena en medio de tormenta. Pero muchos de ustedes saben eso. Dos enfermedades letales, más una mentalidad descuidada en muchos casos.

No es de sorprender que nunca pudo lograr sus sueños profesionales. Estuvo a apenas unos créditos de ser enfermera, pero una larga hospitalización siempre le impedía terminar. Soy testigo de que intentó muchas veces aun cuando no es el mejor trabajo, aun cuando desarrolló una alergia letal al latex que le impedía trabajar. Aun así ella quería ayudar, quería ser útil, quería estar en la carrera más ingrata dentro de la salud, ser parte de los que hacen trabajo sucio. Hasta que no pudo más. Ni tenía dinero para terminar su grado, ni podía trabajar como enfermera en el hospital en donde murió.

No, no es que se rindió, es que no la dejaron. La despidieron, le impidieron seguir….intentó irse en contra de su voluntad por incapacidad en seguro social y hasta eso le denegaron. Para el gobierno ella no podía hacer lo que quería, que era trabajar, ni tampoco podía ser declarada como incapaz de hacerlo. Y que conste, trató de pedir dinero por incapacidad cuando su asma asfixiaba todo lo que era su vida, no era que ella quisiera dejar de trabajar, aun con tres hijos, aun cuando se puso encima todo el peso de una familia a la deriva ante mi ausencia, aun cuando bregó con cosas que yo no podía ni pude bregar. Ella aun seguía luchando. De hecho, una de las últimas veces en que pude hablar con ella me dijo que soñó con la muerte. Yo me desesperé pensando que era que estaba teniendo premoniciones, pero ella me dijo, “no, no soy yo, yo me quedo aquí por mucho más tiempo”. Esa era mi hermana. Una luchadora que vivió su vida como quería pero sudando cada gota hasta el final, verdadera heredera del espíritu de mi madre.

Mi hermana es mi héroe. Y no, casi nunca estábamos de acuerdo…en casi nada. Nos pasábamos peleando por temas como el aborto, la música, la tradición, y ella no me entendía como muchas veces yo no la entendía a ella. Éramos tan parecidos y tan diferentes. Pero aun así yo siempre admiraba el valor que ella tenía ante su vida, su gran batalla, y su gran interés por seguir luchando, especialmente después de tener sus tres hijos. Y es que heredó eso de mi madre también, esa pasión por hacer lo imposible porque sus hijos tuvieran lo que querían, aun cuando ella no tenía el dinero para mantenerlos felices. Miles de veces le cuestionaba porqué gastaba todo el dinero que no tenía para estupideces como un cumpleaños con casas saltarinas, visitas a parques, etc. Ella prefirió gastarse todo su dinero en darle un juego de cama a su hija antes de arreglarse los dientes que había perdido como resultado de su enfermedad. Yo, con mi vanidad, hubiera corrido a arreglarme los dientes antes que nada. Pero para ella era mejor sacrificarse aun cuando ella en realidad no tuviera los medios para lograr las fantasías que deseaba. Y ese espíritu, ese deseo de honrar a mi madre, lo llevó hasta su último día, ya que mi madre deseaba donar sus órganos, pero la leucemia se encargó de fundirlos todos antes que pudiera hacerlo. Así que mi hermana decidió donar los suyos, los que quedaran buenos, y así se ha cumplido.

Su vida fue una tragedia, y muchas veces me pregunto que carajos hizo para merecer tal condena. Pero dentro de toda tragedia siempre hay cierta belleza, y así tuvo a un marido que se mantuvo con ella más en las malas que en las buenas, que la quiso más allá de sus miles de defectos. Y, como ya mencioné, tuvo tres hijos que la inspiraron a seguir adelante cuando tenía duda si todo esto valía la pena. Tres hijos que veían la luz cada vez que salía del hospital, dos de ellos que están concientes aun para llorarla y extrañarla y clamar por el poema que ella hizo de ser madre, aun con su condición. Dos de ellos que la han llorado hasta que no puede doler más y que les han dejado pinturas, collares, flores, para que se los lleve con ella al viaje del que no se regresa.

Ella vivió la vida que yo debí haber vivido. Muchas veces deseé cambiar posiciones, especialmente porque ella tenía razones para seguir adelante, contrario a mi. También pensaba que era una pena que ella dejó de escribir y leer, porque su condición podía ser terreno para ser una profeta de la palabra y la sensación a través de ella….pero las complicaciones hicieron que dejara eso a un lado. Lo de ella no eran las palabras ya, sino su pan de cada día, y su luchar por su familia.

Por eso es que me siento mal al escribir palabras. Yo les hago un mal servicio. Era ella la que debía escribir. Yo miento a través de ellas, finjo, actúo. Ella las vivió. Yo sé de teoría y pretendo, ella vivió el dolor y la alegría, ella vivió la vida en carne viva.

Y ahora que estamos unidos en la muerte, solo me queda deberle a ella. Cada palabra que escriba será la palabra que ella debió haber escrito y no pudo escribir. Cada cosa que yo haga llevará su firma, porque se lo debo a ella, a todo lo que ella pudo haber dado y sus enfermedades no la dejaron. Ahora me toca vivir por ella, aun cuando ella es la que debiera estar viva y yo debería estar enterrado (ya sé, sueno al “por qué no me llevas a mí?” pero en estos momentos uno se multiplica de clichés). Hubiera dado todo porque así fuera, así que ahora debo dar todo.

Solo espero no quedarme corto.

1 comment:

elf said...

Mi solidaridad en esos oscuros momentos de dolor.