Monday, July 30, 2012

La crucifixión de Nietzsche



Leyendo un libro sobre la llamada “ficción postdictatorial” en el Cono Sur, de Idelber Avelar, me topé con una pregunta que a mi también me sorprende y es sobre la fascinación de Occidente con la religión cristiana. En una lectura a Nietzsche, Avelar se pregunta, y cito: ‘¿De dónde viene el poder persuasivo de “esa terrible paradoja de un ‘Dios en la cruz’, ese misterio de una crueldad inimaginable y autocrucifixión de Dios para la salvación del hombre”?’ Aparentemente el filósofo alemán no dejaba de sorprenderse del poder de convocatoria que ha tenido el “Dios en la cruz”, y de eso ya ha pasado más de un siglo. No es de sorprender, entonces, que yo me sorprenda de cómo todavía muchos se sientan interpelados por una deidad que no tiene ni pies ni cabeza (literalmente), hasta que se hace hombre (y es hijo) y muere (o se hace matar, esto debe ser el primer caso de eutanasia entonces, ¡no jodas!) dis que para salvarnos o salvar a aquellos mismos que lo estaban crucificando (aunque tenían que hacerlo porque si no, pues, bye-bye salvación) de …vaya usted a saber de qué carajos. Algunos dicen que de la manzanita, otros que del pecado original, otros que de nuestros pecados que no hemos hecho cuando nacemos pero que estamos destinados a hacer de la misma forma en que Dios tenía que morir para salvarnos. Sí, cada vez que pienso en esto, termino rascándome la cabeza y diciendo “what?!”. Peor aun cuando me pongo a pensar que todavía hay millones que creen en alguna variante de este despelote.

No me extraña entonces que el alemán se preguntara sobre la fascinación de ese Dios cruel crucificado. En realidad, ¿necesitamos tan desesperadamente de una salvación? ¿Tanto miedo nos produce la muerte? En otras religiones previas la muerte era mucho más existencial, un limbo en donde se iban para la eternidad las almas, sin importar las valoraciones éticas del bien y el mal. Ante esa versión tan sombría pues claro que un boleto a la salvación (she’s got a ticket to ride) suena super nice. Pero la cosa es que para que esa salvación sea posible y nos vayamos a janguear con Dios en togas blancas y con arpas doradas en mano Dios tenía que morir, o mandar a matar a su hijo (escoja una o ambas), no podía simplemente perdonar lo que le causó tanta rabia de sus mismas creaciones así por que sí.

Y si la gente compra a este Dios ensangrentado (por los siglos de los siglos, amén), ¿hablará esto de nuestros deseos salivados de violencia? A mi no me miren que yo no sé la respuesta, la lanzo como una posibilidad, porque si bien se entiende el deseo de salvación, no se entiende esta morbosidad de la necesidad de un Dios que supuestamente es amor pero que condena, castiga, manda a matar a su hijo, etc., etc. Eso es lo que yo llamo amores que matan.

Quizás no hay una respuesta a tal fascinación. Quizás el alemán la tiró demasiado pronto. Quizás yo todavía esté muy a destiempo para contestarla y de aquí a otros siglos más (si es que no nos autodestruimos primero) y una vez purificados de las supersticiones primitivas que conocemos como “religión” (teología si queremos ponernos más chic), podremos mirar atrás y hallar la respuesta. Y eso que conozco a suficiente gente que ni siquiera se molesta por preguntar dichas cosas y les parecen ser irrelevantes, Dios ha muerto indeed. Mas venga a dar una vuelta por este pueblo que por errores de la vida me ha tocado parar y va a encontrar más Iglesias que escuelas, que hablar de Dios en la cruz es más cool que esa cosa que llaman educación, mejor es creer que aprender, mejor es tener fe que pensar, mejor rezar que hacer. Y, de nuevo, para el grupo de fans del ‘Dios en la cruz’, que Dios me libre y me coja confesao’ si me escuchan cuestionándome estas cosas en voz alta, que no solo la primera piedra me van a tirar.

Lo que me trae nuevamente a la pregunta, ¿será por nuestra condición humana de ser seres violentos y apegados a las imágenes de la violencia? Joder, antes de la Biblia estaba la Ilíada y ese otro “best-seller” oral hablaba de carruajes resbalando entre sangre y cuerpos desmembrados. No me sorprende que ante el destino trágico de Nietzsche muchos se saliven aun de su muerte, mas de cien años después. Recuerdo ver en los baños de la universidad que respondían a aquel famoso y ya mentado “Dios ha muerto” con un “Nietzsche ha muerto”. Pues sí, y hace tiempo, pero ese no era el punto de aquella primera frase, sino del reconocimiento de una sociedad en donde la Iglesia y la religión no dictaban la política internacional y todo aspecto de la vida social…bueno, al menos no tanto como en el medioevo. ¡Pero con que alegría hablaban de su muerte como humano! Era como si sugirieran una venganza del “Dios del amor”, un NO JODAS CON ESO o mira lo que te pasa y luego a quemarte en la pailas del infierno, un slogan de miedo que es uno de los más que ha ayudado a esa religión. Entonces, así, traviesamente, lanzo la pregunta, si hubiera sido Nietzsche en una cruz, ¿habría gente rezándole ahora? Seguramente no porque ya no era original y tampoco traía ninguna salvación, a menos que todos queramos terminar abrazados a un caballo (idea que en muchos momento no me suena tan descabellada). En todo caso, el hecho de que la gente escriba eso como en sentido de venganza si sugiere cierto paralelo; Dios en la cruz, Nietzsche en el caballo, y aun así, solo los judíos de algún tiempo se alegraban de la primera y no se vestían con las túnicas de la “bondad” ni del “amor” mientras se salivaban por muertes ajenas.

Entonces, esta fascinación, ¿es tan solo por la salvación prometida, o la violencia que conlleva esa salvación? Si pensamos que dicha salvación se antepone a la condena de la mayoría, pues, no tengo que escribir mucho para contestar someramente a esa pregunta. Y claro que no todos se alegran de la muerte de nadie o esperan la condena de los muchos, pero el que hayan dos o tres que en realidad sigan al cristianismo en su praxis (dogma incluido o no) no contesta la primera pregunta ni cómo el supuesto amor prometido se contradice ante la crueldad del mismo Dios.

Mas claro, no pretendo contestarme la pregunta sino más bien arrojar ciertas reflexiones ante la misma a partir de los ecos que encontré en este libro. Cada uno tendrá sus razones, pero incluso los que siguen fascinados con esta imagen, deberían al menos intentar preguntarse seriamente de dónde viene esta fascinación, no solo para ellos, sino para media humanidad. ¿Cómo la promesa de una “salvación” puede ir por encima de todas estas inconsistencias que ni el alemán se pudo contestar, ni yo me puedo contestar? Y dije seriamente, así que los hocus-pocus de referir la pregunta a otros entes, a un libro, o a otros mundos, no cuentan. ¿Por qué? ¡Porque así cualquiera!

Quizás solo queda rascarnos la cabeza y pasar la papa caliente, a ver si de aquí a cien, doscientos, quinientos años, u otro milenio, alguien pueda mirar hacia atrás y decir “he allí la razón”. Mientras tanto, a todos los que nos hagamos esta pregunta sin poder responderla, quizás debamos buscar a un caballo y abrazarlo. Y sí, Nietzsche ha muerto, como yo y todos moriremos también (hasta el Dios en la cruz), salvación o no, ya que ese es el punto (violento) que pone final a esta corta oración que llamamos vida.


(El libro al que me refiero se llama “Alegorías de la Derrota: La ficción postdictatorial y el trabajo del duelo, escrito por Idelber Avelar. La semana que viene voy a hablar un poco sobre algo que se expone en dicho libro y de lo que quisiera reflexionar un poco)

No comments: