Saturday, March 22, 2014

The Way Way Back




Yo nunca había visto a Steve Carell hacer de un verdadero patán. Sabemos que el actor se hizo a la fama haciendo del inadaptado de Michael Scott en “The Office”, pero aunque a todos los cayera mal en el programa, había cierta empatía con un personaje que trataba de ser “cool” por más que fuera el jefe, empatía que le llevó a ser el rostro de la serie por seis temporadas. En esta película no hay nada de ese intento, ni nada que agradar en Trent (Carell) que, para nuestra fortuna, no es el protagonista. Y es que The Way Way Back no es su historia, sino el ‘coming-of-age’ de Duncan (Liam James), el hijo de la novia de Trent y que, por eso de jugar a ser familia (¿no siempre se juega a ser familia?), se somete a pasar sus vacaciones en la casa de verano del odiado novio de su madre Pam (Toni Collette).
El experimento está condenado al fracaso desde la primera escena. Cuatro personas en un mismo espacio y compartiendo un mismo destino, pero sin que ninguno desee estar allí. Pam y la hija de Trent andan medio dormidas, Duncan escuchando sus audífonos, y Trent conduciendo, quien insiste en interrumpir al adolecente para decirle que él piensa que del 0 al 10, Duncan es un 3.
Ok, demos rewind. Duncan es el emblema del inadaptado adolecente; tiene 14 años, viene de una familia separada y apenas se lleva con Trent (obvio). Para colmo es un adolecente con pésimas formar de interacción social, y cuando digo pésimas me refiero a que hasta yo me sentí como Mr.Popularity. Sí, yo, que no soy conocido por mis destrezas de interacción social. Es así que nos asomamos al mundo del adolecente, en la parte trasera de un carro que se supone grupo familiar, de espaldas a un imaginario (la familia) que no le pertenece, y loco por escapar a descubrir su propio espacio más allá de los círculos que le han sido asignados. Tú sabes, como cualquier adolecente.
Es así que Duncan termina trabajando secretamente en un parque acuático del pueblo. Allí conoce a los personajes más dispares imaginables, todos perfectos ecos de la sensación de no-pertenecer que sufre Duncan. En otras palabras, la “ganga” perfecta para culminar el álbum de un verano inolvidable.
Ese paraíso perdido, donde hasta Duncan parece ser otra persona (sociable, empleado del año, con seudónimo), sirve de opuesto a la vida familiar, en donde la mentira, la hipocresía y la infidelidad llenan los espacios vacíos. Son esos vacíos los que terminan por mover la acción al punto culminante y a la resolución y los que sirven de igual forma a un balance entre la comedia y el melodrama. De hecho, la escena climática, esa donde se revuelca el gallinero, es tan jodida como las cosas que salen de la boca de Betty (Allison Janney), vecina de la casa y bebedora empedernida. Comedia y melodrama. Es ahí donde The Way Way Down conecta con otros filmes como Little Miss Sunshine y Juno, de los mismos productores. De igual forma es donde conecta con otros filmes independientes como Sideways, o las estructuras narrativas de Alan Ball en American Beauty y Six Feet Under (mis disculpas por mezclar TV con cine).
The Way Way Down no intenta inventar la rueda, sino hacerla rodar a través de una historia sumamente fuerte que, por varias razones, te deja riendo en más de una ocasión. Es en ese balance en que seguimos encontrando cierta atracción en estas películas, porque a la hora de identificarse con los personajes y la narrativa, siempre estas historias conectan más que un tipo que mata a medio mundo sin recibir ninguna herida seria.

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