Thursday, September 28, 2006

Requiem para tres

Réquiem para
Tres

………………….

La sorpresa me había sorprendido. El eco de un silencio me había abrazado de la mano del momento, de un momento, de ese momento, siempre inoportuno, siempre imprudente, siempre impreciso.

Y se acabó la poesía. Sólo quedaba el silencio.

La muerte. Se acabó el misterio. Sólo quedaba la oscuridad.

El vacío.

Se acabó el misterio. Sólo quedaba el olor a putrefacción. Y los dedos dejaron de escribir.

…………

Había, justo al lado del teclado, una caja de madera. La caja tenía aires de ser de Pandora, pero era más bien algún producto perdido de la tienda esnob en la quinta cuadra. Caja, caja de madera, cajita, pedazos de muerte defecados y clavados en ecuaciones paralelas. Caja que era testigo, que guardaba los últimos excrementos. Papeles y papeles, bajo llave, que daban fe, que guardaban la firma de la primera mujer.

La primera mujer.

La primera muerta.

Polvo. El polvo arropaba la caja. Pero, ¿Cuánto tiempo había pasado?

¿Cuánto tiempo pasó? No sé.

Debajo de la escalera había un cuarto. El cuarto era blanco, y estaba cubierto por muchas ventanas, las cuales estaban cerradas todo el tiempo. Nadie sabía para qué era ese cuarto, ni por qué estaba allí, como tampoco nadie, o alguien, igual da, se encargaba de averiguar.

No recuerdo la escalera. Pero estaba…..había una escalera, y debajo de ella….

Quizás...debían, deben, debe, estar el cuerpo delirante del delito. La muerte encerrada bajo llave. En ese cuarto. En ese misterio. En esa caja de Pandora. La muerte. La muerta. La muerte. Que místico se escucha decirlo. Pero el horror va más allá de lo místico cuando te mira a los ojos de frente. Sí. Las recuerdo a las dos. Las recuerdo. No. Las recuerdo. Y las dos están muertas. Pero no sé cual estaba encerrada en el cuarto, y cual en la caja llena de polvo. ¿O el polvo era ella? Quizás. ¡Quizás! ¡Quizás! ¡Quizás! ¡Quizás! ¡Quizás! ¡Quizás!

Yo sé que….

Todo me viene en pedazos, cantos, todo difuso, sin principio, sin fin, o con el fin y sólo el fin, o el fin solo, quizás eso es lo único que quiero saber, saltarme el resto y llegar… al fin, al fin ¡Al fin! El fin que me recuerda que acaba, que acabó, que el dolor y nada más que el dolor se encargará del recuerdo. Pero ya yo tengo tanto dolor que me asfixió el recuerdo. Se me olvida el….

Se me olvida ella.
O ellas.
O ella.
¿Quién?

Ella. Pero hoy me he decidido a recordar, a saber la verdad. Aunque tenga que arrancarme los sesos voy a recordar. Me he cansado de olvidar…me he cansado de…eso.
Al final me acuerdo. Hoy voy a abrir la caja de madera y veré lo que hay en ella. Los pedazos. Los papeles. Los escritos nostálgicos. Lo que me escribió ella….antes de que muriera. ¿Son papeles o pedazos? ¿O es que son lo mismo? Ellos me deben recrear la verdad, lo que pasó, explicarme la muerte.

Dios mío. ¿Quién la mató?

Si supiera me vengaría…pero no puedo, no puedo. No puedo porque no creo en Dios…y sin creer en que Dios me castigaría por mi odio, por mi venganza, ¿Cuál sería el propósito de vengarme?

Pero, ¿vengarme de qué?

No sé. No recuerdo…

¡Ah! De todos modos, si me vengara, en medio del tedio, tendría que vengarme dos veces en una noche. Una noche sin luna para no parecer asesino en serie, no vaya a ser que me guste. No vaya a ser que salga en los periódicos y le echen la culpa a la guerra por los puntos de droga. Droga y ella. Ella y droga. Ahora lo recuerdo o ahora se me va. Era ella. ¿O era la otra? No. no. no. No. No. No. Y otra noche. Otra noche con luna llena. Para que parezca un asesinato pasional. Un asesinato que era inevitable.

Era inevitable.
Todo tiene…
Tiene que…
Acabar.


Recuerdo que estuve una vez en su sepelio- me doy golpes en la cabeza para recordar-. Todo estaba triste y la gente se dividía. Estaban los que lloraban y se abrazaban al cuerpo, y lo besaban, como si estuviera vivo. Pero estaba muerto y más que muerto. Estaba frío. Estaba cubierto por una manta, que no recuerdo el nombre, pero sí recuerdo que espantaba las moscas. Pensé, o eso creo que recuerdo, pensé que su boca se podría, la boca de ella, de la mujer más importante. Pensaba eso. Pensaba que los labios que besaban se llenaban de putrefacción…y me daba nausea. ¡Pero era ella! No podía, no pude haber pensado eso porque era demasiado el dolor de perder a una amada.
Demasiado el dolor.

Cerré los ojos, para tratar de descansar por un momento. Esperaba que con el silencio de la oscuridad pudiera encontrar cierta tranquilidad en medio de tanto….ruido. Sí, ruido, porque todo parecía un circo. No puedo recordar cuantas manos estreché. Sólo recuerdo las manos. Una mano, tras otra, tras otra….tras otra. Creo que me llevé una mano y la puse en mi bolsillo. Y otra y otra, y otra la eché a la basura. Y los besos anónimos, los besos desconocidos. Y los familiares que eran todo menos eso. Y entonces abrí los ojos. Abrí los ojos y ella, ella tenía la cara llena de moscas, llena de moscas que vomitaban entre sí para comérsela, a ella, comerse su recuerdo, comerse todo para que todo fueran…..moscas. No veía más su cara…sólo moscas, solo moscas y ese ruido infernal. Y todas las moscas ocultando su cara.

Y cerré mis ojos. Cerré mis oídos.

Todo pareció silencio por un momento. Así se veía. Mas, de la nada, salió una foto. Una luz cegó mis palabras. Y, de repente, mis indagaciones se vieron perdidas. Me pareció que alguien había tomado una foto. Una foto de mi rostro tratando de encontrar una explicación a todo. El momento congelado. Pero la foto me sacó del trance y vi los cuerpos, dos cadáveres. Uno, acostado….y lo metían en algo….algo… ¡ah sí! Una bolsa. Tenía pañales. Pañales de bolsa. Pero el cuerpo era tan frágil que no soportaba los bruscos movimientos que la enterraban en la bolsa. Recuerdo que me fijé en los pies. Los pies, que se movían tanto. Los pies en pleno jamaqueo. Los pies entre los bruscos movimientos. Los pies que serían lo último en meterse en la bolsa.

No pude mirar más.

Desvié mi mirada a la del extraño. El extraño era yo en el espejo. Y me miraba mirando a otro lado. Entonces me dio por mirar lo que miraba. La caja. Era la caja. Estaba abierta, y dentro de ella estaban los restos de la otra mujer, la otra amada amante….pero no eran ni pies….eran pedazos….tan pequeños…como tomates picados para revoltillo….para que cupieran en la caja.

Y la sangre me cegaba.
El sonido de la máquina…que chillaba para siempre. Ruido del eterno silencio.

Y entonces me percaté…que yo la maté. Yo las maté. Yo la maté y no recuerdo. Yo. Yo. Yo. Por eso me tuercen las manos. Por eso me sujetan. El caníbal. El monstruo. El asesino sujetado. No sé porque, pero en el medio del proceso, me aseguro-quizás sólo de eso- de que me vean las manos llenas de sangre. Creo recordar levantarlas en el aire….y las gotas me caían en el rostro mientras yo sonreía, sin saber la razón, más bien sonreía por la sensación de la sangre cayendo en el rostro, el olor, la sensación, el sonido, -tic,tic,tic- el sabor nadando en la lengua que creo saqué al aire, y el color: rojo. Todo este dolor. Todo este placer. No recuerdo más nada.

Mi amor. Las amaba tanto.

Ahora sólo me quedan los recuerdos, no todos, los de ella, los de ellas. Ahora me persiguen los fantasmas. Los fantasmas que me señalan. A mí. A mi melancolía, mi pérdida, mi culpa. Debo confesarme. Debo confesar mi culpa.

Confesión:

Confieso ante Dios Padre Todopoderoso…que soy culpable…soy culpable, aunque no recuerdo de qué, soy culpable.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a Santa María…

He olvidado. He olvidado lo que sigue. Quizás por eso he olvidado la culpa.

Un cuerpo sale de la habitación. Es el medio de la noche y camina hacia la nada. Tiene las manos sujetadas en el aire. Llenas de sangre. Mas se han olvidado los cadáveres. No hay rastro ni testigos. No hay nada. Todo es uno solo.

Yo, soy ella. Yo, soy ella…s…oy, yo soy.

Sin principio. Sin fin. Y la vocal pariendo al infinito.


David S. Gregory

Requiem para tres. 2005. All Rights reserved. No Part of this work may be reproduced without the permission of David Gregory except for purposes of review.

Thursday, September 21, 2006

El epíteto del insulto

Una semana después del incidente en el teatro, el autoproclamado movimiento estudiantil ha vuelto a la carga, pero sus acciones solo han reafirmado lo que ya mencioné antes, no piensan, solo reaccionan. Su estrategia, mayormente, se basa en utilizar el epíteto del insulto. Comenzaron con lo de “burguesitos”, sacado totalmente de contexto. Ahora, a los que hemos criticado su intento de censura, su enfrenta a los esfuerzos artísticos y su falta de estrategia, nos “reducen” o intentan pormenorizar para justificar lo que ha pasado. Para ellos, nosotros estamos desinformados (esto viniendo de gente que, como yo, no estuvo allí, pero aplaude desde las gradas las acciones, creyendo que las teorías de Marx se están viendo aplicadas en el “a la cañona” de los estudiantes), nuestra crítica no es un intento de pensar (nosotros solo nos resignamos a la inacción), y mas aun, lo que decimos son “estupideces” que recitamos desde nuestra “torre de marfil”. La forma de lidiar con la crítica es entonces el ridiculizarlo, el intentar insultarlo con palabras que intenten pormenorizar los argumentos. Para ellos, ninguna lucha es perfecta, así que se improvisa algo y eso es lo que se hace. Punto, que para hacer huevos revueltos hay que romper huevos. Bien, pero, ¿cuál es el empeño de no aceptar criticas? ¿Por qué no asimilarlas para una próxima ocasión? ¿Por qué comenzar con los insultos? ¿Por qué no se puede dialogar, debatir, o cualquier intento de cuestionar, preguntarnos por qué de esa forma y no de otra, cómo se puede hacer algo mejor? Llevo años merodeando en el ambiente seudo-intelectual de la academia, y estoy acostumbrado a las palabras fuertes, cargadas, pero que estimulen la continuación del debate, del pensamiento. Si más recuerdo, era Nietzsche el que decía que pensar es un acto de guerra, y ¡bienvenido sea!
Sin embargo, a una semana de los incidentes, las palabras fuertes no convocan a debatir, a pensar sobre la situación, sino a pormenorizar los argumentos que no les satisfagan y justificar el hecho de que se dejó encerrada a gente dentro del teatro, que se atentó contra el arte, que se escogió mal momento y mala hora. Estoy de acuerdo con Omar Acevedo cuando dice que hubiese sido mejor la alfombra humana, hubiese sido genial. Mas no, a gritar insultos, a cerrar puertas, a decir medias-verdades y luego a seguir cerrando puertas, que solo en ellos radica la acción y el pensamiento (¡la verdad!), los demás nada tienen que decir, a menos que no sean “estupideces” desde “la torre de marfil”.

Sunday, September 17, 2006

Sobre protestas a protestar

Como bien saben, en días recientes hubo una protesta en el teatro de la UPR. Justo antes de comenzar un espectáculo dirigido a los burócratas de la universidad, entre ellos Padilla y el gobernador. Un grupo de estudiantes con ínfulas de “liberales”, “libertadores”, “de izquierda”, o lo que sea que sus adolescentes mentes recrea, decidió lanzar una protesta bien merecida en contra de lo que se ha catalogado como la “privatización” del teatro, dado que los precios han subido a niveles que sobrepasan lo absurdo (absurdo porque, como bien mencionó mi amigo Fabián, es un teatro de la Universidad y no en la universidad) y se les ha entregado a manos de los ex-humanistas como Silverio Pérez, harto casados con los sistemas capitalistas (debido a que les ha dejado mucho dinero apoderarse de la mal llamada producción artística de la isla) y demasiado ex para recordar lo que significa ser un estudiante, y mas aun, lo que deben significar las artes, más allá de la mera acumulación de bienes.

Sin embargo, una vez más, deja mucho que desear la protesta. Recalco que la causa se justifica, pero nuevamente difiero de los medios. Sí, merece protesta que el teatro pase a manos de estos burócratas, charlatanes vendidos hace tiempo, pero, ¿cerrar las puerta justo cuando ya habían entrado personas? ¿Gritar insultos a personas que poco tienen que ver con las decisiones de Padilla?

Recapitulemos (para negar informes falsos de prensa); la protesta se encargó de cerrar las puertas del teatro (tantos años que no se preocuparon por una protesta para que lo abrieran y quizás esta sea la razón del porqué) antes de que la actividad comenzara. Sin embargo, demasiado tarde para evitar encerrar personas dentro del teatro. Según me dijeron personas que estuvieron dentro, pasaron unas tres horas antes de que los miembros de la orquesta pudieran salir del teatro, junto a dos o tres tontuelos que se apresuraron por llegar temprano para ocupar sus sillas sin revolú (los pobres pudieron evitar que el revolú les entrara a bofetadas). De igual forma, le gritaron “burguesitos” a los miembros de la orquesta, como si el arte musical que ha perdurado por tanto tiempo sea objeto de disgusto para las luchas, para las protestas. No, ellos solo se menean ante los símbolos del pueblo; reggetón, plena, consignas, lo que sea después que sea del “pueblo”, como si eso que ellos consideran que proviene del “pueblo” no fuera asignado por esferas de poder bastante similares a las que ellos pretenden encarar. Ahora, ¿por qué no protestar antes de que esta gente entrara? ¿Por qué no dejarlos salir? ¿Por qué no trazar una estrategia que sea coherente, que suene digna de emular y de contraponerse a la mierda que nos rodea? ¿Cuál es el empeño de hacer las cosas a la cañona, en nombre de ideales de unos cuantos y que el resto sigue como reses, sin saber en realidad cuál es el objeto de su lucha? Pero en fin, cualquier movimiento de ruptura necesita alguien que orqueste, y un bonche de monos que le sigan. Así se instauran los sistemas, las instituciones, las ideas, las religiones, y todo rememora un mismo círculo vicioso del que no hemos podido salir, monos al fin.

Pero estas preguntas no se hacen, es más, se prohíben. Aquí, los llamados pensadores, los que tienen en sus manos las alternativas al sistema opresor y deshumanizador en que vivimos, se niegan a pensar y hasta lo prohíben. ¿Por qué? Porque el pensar no es compatible con la acción. Esto lo sabía Shakespeare, esto lo sabían muy bien los capitalistas, quienes nos han creado un mundo donde la televisión y el “have-fun” (en buen puertorro el janguear) se elevan a niveles divinos y donde todo esfuerzo y sombra de pensamiento es descartado y ridiculizado. Irónico, que los que se levantan en contra de esa mierda, caen en la misma mierda. Temo que es que han repetido tanto consignas huecas, sin saber que carajos dicen, sin saber ni quién era el Che ni Albizu, más allá de una T-shirt (que se cobra by the way), que ya los que protestan no pueden ver por encima de la misma mierda que han cagado desde sus bocas y les han llegado hasta los ojos. Entonces, se quejan cuando todo el mundo apoya al status quo y distorsionan sus intentos desaforados por tratar de cambiar esto, del porqué cada vez más los estudiantes prefieren que se lo metan mongo antes de protestar. ¡Pues coño! ¡Si los que protestan siempre lo hacen a lo loco!
Fiesta, fiesta y carnaval, el ideal se ha ido y todo suena a chiste, a risa, a burla, a un espectáculo patético más que a una lucha.

Si el arte, en este caso la música, va a ser objeto de critica o de burla más bien, si va a ser producto de “burguesitos”, que los pobres diablos de la sinfónica dictan mucho de ser, pues muchos de los que protestan quedarían burlados. Al diablo sus ínfulas de originales, de pensadores, de representantes de una autenticidad que casi nadie puede ver, ya que, si el arte es de “burguesitos”, como sus gritos pretendían señalar, su “separación”, su “ruptura” también. ¿Qué pretende hacer el intento creativo que no sea eso, un intento de representar el descontento, la armonía, el caos, el desahogo (todo junto) que nos hace humanos? ¿Qué hace al arte “burguesito” (muchas cosas en realidad, pero hay que debatirlas en su contexto y en su por qué), el que sea sinfónico? Si es así, me parece que los que quieren arroparse con la bandera “del pueblo”, de los ideales socialistas, han caído en la retórica del capitalismo; el arte es aburrido, lo cool es lo que una mayoría escucha, sigue o hace, o sea, la moda. De ser así, pues a regocijarse en nuestra banalidad de cada día, que mientras lo hagamos, de nada sirven las protestas, porque le estamos jugando el juego al sistema.

Sé, y demás esta decirlo, que olvido en mi critica miles de puntos, que si evitáramos repetir las mismas ideas y siguiéramos abonando en una discusión de esta índole, tendríamos tiempo de sobra para debatir sobre el tema. Me temo que eso no es compatible con los tiempos de ahora, en que se actúa y luego se justifica (nunca se piensa, en la mayoría de los casos).

Friday, September 08, 2006

Sangre del alma

Sangre del alma


Besos de sangre
sangre del alma,
almas que buscan
sentir sus llamas,
pasión del encuentro
de aquello que por ti siento,
sintiéndote de todo cuerpo
por tus palabras,
sentimientos
palpando tus ojos aquí dentro
gimiendo un éxtasis friolento
vistiendo cordura
para absorber tu locura
llenando el espacio
con telas oscuras
brillando la luz de la penumbra,
penumbra que causa la duda
del dolor que causa el amor,
amor que trae más que dolor
riéndose del mismo pavor
de la herida que causa la muerte,
queriendo dejar de quererte
maldiciendo mi propia suerte
absorbiendo la nada
aquello que esconde tu mente
la tela que engaña a la gente
y viste de seda a las pequeñas lentes
que observan tu boca,
fingiendo que entiendes
deseando callarla para siempre
con besos de sangre
que unan el éter
repitiendo aquel momento
de la poesía que vengo diciendo,
poesía que yo llevo adentro
que refleja un universo completo
mientras me debato
entre lo que hago y lo que debo
aquello que fui y lo que quiero
sintiendo el sudor bajando la frente
peleando si siento o miento
si camino con la frente al viento
deslizándome en tus palabras que flotan
como ola de nieve entre la goma
que vuelve y nos une con dolor eterno
porque besos de sangre
compartimos un momento
aunque lo niegue el destino
aunque ignore lo que estoy diciendo
que muero y vivo
mientras te voy queriendo
sangrando los besos
que contigo siento
dudando el cómo acabar este verso
porque el rojo me pinta y vuelvo y te beso,
dejando la huella en tu piel empedernida
comiendo la lengua en plena salida
viviendo al borde de la fantasía
roncando burbujas las manecillas
de un reloj que está tieso
que olvidó marcar el tiempo
congeló lo que voy diciendo
mientras tú te envuelves
en pinzas de helio
queriéndome como te estoy queriendo
besando como te voy sangrando
sangrando como te estoy besando
tocando porque te estoy amando
amando a la vez que te devoro
saciando aquello que imploro
bañando el deseo y lo irracional
entre pétalos de cristal,
uniendo el fluido en rojo
de pasión, labios, lengua, sangre
salpicando el sexo amante
mojándonos entre los líquidos de antes.
Sí, besos de sangre,
aquellos que encienden las llamas
aquellos que nunca apagan
que lloran siluetas de lúcidas caras,
sonriendo el rastro del altar de las almas
donde yacen los cuerpos
donde calla la nada
despertando pasiones
entre besos ligones
que no entienden las hadas,
lo que horrible es hermoso
lo que da miedo al otro
es una fachada, una tela dorada
que cierra el acto de nuestra actuación
y deja caer el telón
para que sigamos nosotros
next!
quemando la pasión
con la sangre del beso
que sintió el corazón
que es sólo uno, nuestro, famoso
porque grita en desesperación
que calle el silencio y suba la imaginación
cruzando el último río
que nos lleva a Nerón
y allí, dormidos por la jornada,
sangremos de nuevo nuestras caras
y veamos el fuego
que reenciende la llama.

Cada palabra, es una gota de sangre.

David S. Gregory

Monday, September 04, 2006

Bienvenida

Bienvenidos.
Este será, a partir de ahora, el espacio para dejar correr la sangre que ha sido callada por tanto tiempo, sangre que no detiene su curso, hasta que se sequen sus cauces. Este es el espacio de letras, de clichés, de escapes…de esos que siempre queremos y pocas veces logramos…a partir de ahora…se correrán aquí los pedazos de este mundo, en esta ventana…
En medio de tal diluvio, a su salud entonces!