Tuesday, June 22, 2010

Mi corazón llora por Colombia

No es mucho más lo que puedo decir. Siendo Santos rectificado como presidente, quien ha sido acusado de delitos de terrorismo, quien ha violado la soberanía ecuatoriana en nombre de la guerra contra la FARC, quien es el sucesor del terrorista paramilitar llamado Álvaro Uribe, quien pudiera estar envuelto en los “falsos positivos”, no es mucho más lo que puedo decir. Dos preguntas surgen inmediatamente, ¿no? ¿Qué es eso de los “falsos positivos”? ¿Y qué me importa lo que pasa en Colombia? Para la primera, contesto rápidamente que se trata del asesinato de gente sin vínculos rastreables y desempleados por parte del gobierno de Uribe (del que Santos formó parte) que luego vestidos como miembros de la FARC para argumentar que ganaban la guerra a los terroristas (sí, terroristas ladrando su eco). Para la segunda, porque Colombia es parte de nuestra comunidad americana, que sufre y sigue sufriendo los embates de la explotación del imperialismo, que son criminalizados, que son abusados, marginados, mientras siguen siendo nuestros hermanos. De hecho, muchos de ellos están esparcidos por el mundo, desde Europa hasta Puerto Rico, en busca de huir de esa explotación, pero sin conseguirla realmente, en un exilio obligado por las circunstancias.

Juan Manuel Santos es el nuevo presidente de Colombia. Y no me vengan con que es la voluntad del pueblo cuando los medios masivos manipulan la información, cuando todo se basa en tratar de convencer a los colombianos que el capital extranjero es la semilla para el futuro del país y, por ende, hay que espatarrarse y servir de puta…. ¡y silencio! ¡Y pobres de los que quieran romper con ese silencio!

Pero, para este nuevo presidente terrorista, no le hagamos ese favor. Rompamos ese silencio en honor a las injusticias que cometen para servir de rameras al imperialismo, las injusticias que cometen contra los disidentes, contra los campesinos, contra los desempleados, contra los que no forman parte de esa elite lista para repartirse el puerco. La voz es una y clara: Colombia es de su gente. Así de sencillo. Nada más. Pero para lograrlo, hay que romper con el abuso y hacerle dejarle sentir a la gente que deben recuperar su porvenir en honor a los suyos, y eso no inmiscuye a intereses privados ni exteriores….

Mi corazón llora por Colombia, porque sus cadenas me recuerdan las lágrimas que también he derramado por Honduras, Panamá, Chile y Puerto Rico.

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