Tuesday, July 13, 2010

Morder la mano que te da de comer

Qué bonito es regresar a la tierra que me vio nacer y encontrar que, cuatro años más tarde, la gente sigue repitiendo la misma ñoña. Los otros días me di de frente con un comentario que intentaba desafiarme y poner en ridículo mis posturas en contra de la política estadounidense. Vamos a ver, yo mencionaba que la universidad a la que pertenezco me pagaba mi próxima sabática en Argentina cuando mi querida tía me cuestionó el por qué criticaba tanto a Estados Unidos, que eso era morder la mano que me daba de comer…esto, mientras mi padre instigaba a que me dijera más (de cheerleader para “ponerme en mi sitio”). A esta pregunta contesté un desafiante “y lo seguiré haciendo”, y traté entonces de explicar los pormenores de mi situación, en específico, que yo no le debo dinero a los Estados Unidos y que yo estaba allí por ciertas situaciones y condiciones. Pero eso no es lo que me molesta del comentario sino más bien la idea que uno, en el nombre de ser agradecido, debe bajar la cabeza, decir gracias, y hacerse el ciego de cualquier cosa que de el que otorga. Sabemos que cuando hablamos de esta situación sería el amo, ¿no? Y su servidor…bueno, así tenían que hacer los esclavos, ¿no? Bajar la cabeza, decir gracias, y servir porque uno es agradecido. Hacerse ciego de que ellos vivían en la gran casa y los esclavos en la parte de atrás, donde nadie los viera. Ahora el “amo”, nuestro dueño y señor, es el Tío Sam, a los que la mayoría en esta isla postran sus rodillas, y a él debemos agradecer nuestra bendecida existencia (menos el 17% de desempleo, la violencia, el crimen, las drogas…esas se las achacamos a los populares). Siguiendo esa lógica, debemos ser ciegos al que nos da algo y “no morder la mano del que nos da de comer”, o al menos eso parecía ser el mensaje. ¡Que malagradecido yo que me atrevo a cuestionar a los Estados Unidos! Y eso sigue la vieja lógica de siempre; ¡Qué malagradecidos aquellos boricuas que critican la benefactora bondad de los Estados Unidos! Así de colonizados estamos.

Sí mi gente, este es el dolor que siempre me da desde que mis estadías en la isla se basan en ires y venires. Y es que el colonialismo no se queda en la estúpida situación del status, sino que va más allá. La colonización de Estados Unidos con Puerto Rico es la peor de todas: la colonización de su espíritu (escencia, alma, etc.). La gente quiere imitar a los gringos, los consideran un modelo a seguir, se sienten agradecidos de las migajas que nos tiran, y critican al que se atreva a criticarlos, como es mi caso. ¿Cómo es que somos tan mal agradecidos si gracias a Estados Unidos…? ¡Gracias a Estados Unidos qué!? Vamos a dejar de repetir cosas y regresemos a la historia. Estados Unidos nos invadió, tal como hizo España antes de ellos. Botines de guerra o no, y más allá del pajazo de “Seva”, no hubo mucha resistencia. ¿Por qué? Porque mucha gente pensaba que, como se trataba del “land of the free”, olvídate que nos daban la libertad a nosotros, al igual que a Cuba. A ellos, los cubanos, se la dieron entre comillas, como al resto de Latinoamérica. Y es que entre los acuerdos logrados estaba claro que si los cubanos elegían a un gobierno que a los gringos no le gustara, pues nacarile del oriente porque ellos se reservaban el derecho de invasión. La isla grande quedó de alfombra de los gringos, específicamente de las empresas y la inversión privada. Y hasta de la mafia, cosa que los amantes de Hollywood pueden corroborar en la secuela de “Godfather”. Y luego la gente se pregunta cómo muchos favorecieron a la revolución cubana y al ascenso de Fidel al poder. El derecho a invasión lo retuvieron e intentaron invadir tras bastidores durante la administración de Kennedy, pero me estoy desviando. En Puerto Rico, el país de la libertad nos dejó 50 años en la miseria. Si no me creen, refiéranse al “Lamento borincano” de Rafael Hernández y toda esa cultura. Lean los periódicos de la época y vean cuantos murieron de hambre. De hecho, la lucha por la libertad, que había cesado por pensarse que el país de la libertad nos la daría, retornó de forma convincente y con facciones violentas como Albizu. ¿Para qué hundirnos en ese barco? No fue hasta que un puertorriqueño diseñó un plan de desarrollo bajo el estatus colonial que ese engendro llamado Estado Libre Asociado dio ciertos frutos. En otras palabras, no fue la obra y gracia gringa, y tampoco fue que nos colmaron de riquezas. Y es que a la gente se le olvida que la idea de la colonización no es dar al colonizado, sino explotarlo. Tampoco entienden que la forma de Estados Unidos lograrlo es tratar de pintar la capota, como quien dice, maquillarla. Así, bajo ese engendro, se construyó una economía basada en inversiones privadas que reducirían la isla a ese ciclo mientras pareciera que éramos un país tan desarrollado. Detrás de eso estaba también el contexto de la guerra fría. Habiendo perdido a Cuba, era imprescindible que se viera a Puerto Rico como la isla “del progreso”, para evitar que otros países siguieran a Cuba en la absurda idea del Comunismo-leninista. No obstante, en ese maquillaje, se nos hizo creer que dependemos de ellos y que debemos ser agradecidos. Se nos olvida que todo el capital engendrado por las empresas privadas no es repartido en la isla, sino que lo regresan a los Estados Unidos, y luego, el colmo de la desfachatez, tenemos que comprarlas nuevamente. Y es mucho más complicado que eso, pero algunos, tan creyentes en ser agradecidos, olvidan que si Estados Unidos es una potencia no es por ser pendejos. Si fuéramos nosotros los que les quitamos tanto sin ellos quitarnos nada, hace rato que nos hubieran dejado solitos. Pero, no les interesa la anexión, como tampoco han hecho mucho por separarnos de su “gracia divina”.

Entonces, ¿qué es lo que se encuentra detrás del maquillaje? ¿Y qué detrás del maquillaje con el resto de los países latinos, con los que compartimos mucho más que con el país que queremos seguir de modelo? Pues, un modelo económico que garantiza la riqueza a dos o tres y mantiene al resto en la pobreza, a los indígenas en la marginación, al sistema sumido en corrupción. Un modelo del que todos deben estar de acuerdo, y hasta permitir bases en su tierra como pasa en Panamá y Colombia, entre otros. Un modelo que no permite disidencia, desde la censura a Venezuela, Ecuador y Bolivia, la crítica a Brazil por aliarse a estos países disidentes (how dare them?), hasta permitir dictaduras en Honduras, auspiciar golpes en Chile, Argentina, Brazil, Bolivia, y Uruguay, todo en nombre, no de la libertad, sino de los mejores intereses de ellos. Sí, de ellos, no de nosotros. A fin de cuenta, para ellos está reservado el nombre de “Americanos”, los demás somos su alfombrita.

¿Y cómo ser agradecido entonces? ¿Agradecido a qué? ¿A las migajas, si es que ese fuera el caso, si es que yo dependiera en realidad del dinero de los estadounidenses (y no de empresarios y empresas privadas que me pagan por ciertos acuerdos entre ellos)? Yo no puedo ser agradecido y taparme los ojos. No puedo renunciar a la crítica porque de eso se trata la libertad que tanto ellos pregonan pero no nos quieren dar, ni a nosotros ni al resto de los países latinos. Sería antiético dejar pasar por alto todos los atropellos en nombre de cualquier beneficio que yo goce, que dejo claro no los considero como tal. Es por eso que mi deber, como colonizado, como puertorriqueño, como latino, como humano y como creyente de la libertad de cada persona, es el de “morder la mano que me da de comer”, como se creen algunos. No será hasta que esa mano deje de morder, que yo deje de morder también….y ojalá que ellos mordieran tan solo con peras palabras como hago yo. Si así fuera, no habría tanta sangre de por medio.

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