Monday, August 02, 2010

Anarquistas wannnabí

Estas son apenas mis pequeñas impresiones sobre los-ehem!-anarquistas en la isla. Y es que hace unas semanas el grupo formó parte de la marcha en contra de la política gubernamental y salió desde la UIPI, al igual que yo -igualitito a mí- para citar una canción de Victor Manuelle. Los mentados “anarquistas” dejaron las pistas de su presencia a lo largo del trayecto, cual migajas de pan en "Hansel y Gretel", pero sin pájaro alguno capaz de comerse el rastro. Vimos sus primeros mensajes en un Walgreens, junto al gerente encabronao’ por demás. Entre los mensajes dejados se clamaba por farmacias locales en lugar de cadenas. Mas luego vimos mensajes en contra del gobierno en locales pequeños que para nada eran cadenas, u en oficinas gubernamentales ajenas a la protesta (no forman parte de la administración o sus atropellados intentos de gobernar). Cada vez que pasábamos los mensajes, se notaba que estaban recién hechos ya que todavía merodeaba en el aire el olor a pintura de spray. Finalmente nos movimos de sitio en la marcha y los vimos. Enmascarados, pintando cuanta mierda se les ocurría. Desde invitaciones a la “revolución”, hasta invitaciones a muerte.

Si esos son los anarquistas en esta isla, mucho dejan que desear, cayendo en la representación caricaturesca y popular del “anarquista”, que suena más a adolescente ponko que a una persona con cierta ideología. Contrario a lo que se cree, son muchos los tipos de anarquismo, de los cuales, el que me simpatiza es el proyecto realizado en España durante la década del 30, antes de Franco. En ese proyecto, el anarquismo no era sinónimo de caos, sino de un rechazo a la estructura gubernamental como ente fundador y definitorio de la sociedad. En lugar de esa estructura, la misma comunidad se repartía las funciones a ejecutar dentro de ella, sin jerarquías o posiciones. Así mismo hay ciertas variaciones de este proyecto, del cual yo mismo no estoy al corriente de todas. Sin embargo, a juzgar por los actos de los llamados anarquistas en la marcha, ellos prefieren la definición popular de anarquismo, donde la ausencia de gobierno es sinónimo de caos. Es esa vertiente del anarquismo la que se usa para atemorizar a la gente en contra del proyecto y a defender las decisiones que hacen los gobiernos en nombre de la “ley”, el “control” y el “orden”.

Pero al parecer el grupo vandalizador no tiene estas consideraciones en mente. Tampoco consideran que la libertad de expresión no es una mera libre expresión sin responsabilidad sobre los actos o sin tener en cuenta al otro. Entiendo que si el daño a la propiedad es a una empresa grande como Walgreens, no se afecta a nadie (más allá del mal rato del gerente y el tener que sacar del pety-cash para volver a pintar la dichosa pared). Sin embargo, ¿vandalizar casas vacías? ¿a las oficinas del AELA? Por otro lado, al parecer los mentados “anarquistas” no entienden que tales actos dan las herramientas al gobierno para pormenorizar las manifestaciones en su contra y apelar al status quo a repelerla(s). Es fácil para los gobernantes, a los que se les quiere ejercer presión mediante la manifestación pública, decir entonces que “ese grupo” encapuchado lo que quiere es “sembrar el caos” y “no lo vamos a permitir”. Es fácil decir que son gente que no obedece la ley y la democracia, palabras claves para apelar a sectores más amplios.

No sé, quizás es que ellos no se han dado cuenta que para lograr propuestas que sobrepasen el conformismo gubernamental hay que apelar a la masa, al “pueblo”, conciliar en lugar de alienarse, formar un grupo tan grande que en realidad represente una amenaza al gobierno. Quizás ni siquiera llegan a tales reflexiones en nombre del “anarquismo” y de su “libertad de expresión”. Y, ¿de qué vale la libre expresión cuando no se sabe utilizar? Si estas preguntas no han pasado por su mente, como parece el caso, huele entonces a anarquismo adolescente, de ese del que todos pasamos alguna vez en nuestra vida y cuyo norte es rebelarse por joder, sin razón y siguiendo solo impulsos pasionales. De ser así, no deberían llamarse anarquistas y sí adolescentes, rebeldes sin causa, sentirse cool porque pintaron sus mensajes “rabiosos” en las paredes, y hasta conseguir historias para llevarse amantes anónimos a la cama. De anarquistas nada, porque el anarquismo es un proyecto político y lo de ellos es un descojón o una rabieta que jode al intento realmente político por retar a un gobierno que ha dejado de representar a su pueblo. O quizás es que desde donde yo estaba parado no se podía definir con claridad su patético proyecto político, tan tenue como la rebeldía de una canción de Slipknot. Quizás si dejaran de actuar tras bastidores y se unieran en voz unísona nos podrían explicar ese proyecto político y cómo sus mensajes de graffiti adelantaban su causa. Mientras eso pase les llamo anarquistas wanabí, y todavía estoy esperando por la madre de los niños para que los vayan a buscar.

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